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GENTE

Ana Luciano,

incorporada a la memoria sentimental de los argentinos como Tania, el apodo con el que se la reconoció desde que se inició en la vida artística, recibió el pasado martes, a sus 93 años, el lazo de Dama de Isabel la Católica, que le entregó en Buenos Aires el embajador de España, Rafael Pastor. La viuda del mítico Enrique Santos Discépolo, autor de tangos tan célebres como Cambalache y Mensaje, se bañó en sus lágrimas por el homenaje, del que participó hasta el presidente argentino, Carlos Menem. Con voz entrecortada y estremecida por la emoción, Tania recordó su infancia en Toledo, las primeras actuaciones en Valencia, su llegada a Argentina en 1924 con la Troupe Ibérica, el grupo artístico que integraba también su primer marido y en el que ella era una humilde figura secundaria que cantaba bulerías. Fue en las giras por Suramérica donde la escucharon interpretar el tango Fumando espero. Desde San Pablo la trajo de regreso a Buenos Aires un empresario argentino que la contrató para actuar en un cabaré. Allí se hizo conocer y un día le presentaron a Discépolo, actor y autor de letras memorables. Tania, que aún vive en Buenos Aires, donde Discépolo murió el 23 de diciembre de 1951, todavía canta cuando alguien se acuerda de ella y le ofrece trabajo. De sus años con Discépolo, relación por la que se la homenajea y recuerda especialmente, Tania evoca los comienzos, cuando él le repetía siempre: "No se moleste por mí". Y el final, "cuando se dejó morir"-

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