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España mantiene una postura occidental clásica

La diplomacia española mantiene ante la Conferencia Mundial de Derechos Humanos la más tradicional de las posturas occidentales: el individuo debe ser el principal sujeto y beneficiario de las libertades fundamentales que son universales, indivisibles y están además interrelacionadas. Estas ideas básicas quedan reflejadas en los documentos españoles preparatorios de la conferencia, así como en el discurso que pronunciará en ese foro mañana el ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana.Frente a algunos Estados del Tercer Mundo que alegan el subdesarrollo, determinadas interpretaciones de su religión o anteponen los derechos colectivos a los individuales para no respetar plenamente los derechos humanos, Solana argumentará en su alocución que ningún Gobierno puede negar a sus ciudadanos el ejercicio de cualquier derecho por no haber logrado el bienestar económico. Esta

ejemplo, la principal justificación dada por las autoridades chinas para no democratizar su sistema.

También insistirá el ministro español en que las particularidades nacionales o regionales de índole cultural o religioso sólo pueden elevar el denominador común de protección de los derechos humanos y en ningún caso rebajarlo. Hará hincapié también en que cualquier atropello de los derechos humanos en un país debe convertirse en una preocupación legítima de toda la comunidad internacional.I

njerencia humanitaria

Defenderá así el derecho de injerencia humanitaria, al que se oponen numerosos Estados asiáticos e incluso algunos amigos como Colombia y México. En consecuencia, España es favorable a la propuesta de EE UU de crear un Alto Comisionado de la ONU para los derechos humanos, semejante al existente para los refugiados, encargado de vigilar y promover esos valores.El único matiz menor que introduce la diplomacia española en la doctrina occidental pura es el reconocimiento de una cierta interdependencia entre los derechos humanos y el nivel de desarrollo. Es decir, con los países que padecen situaciones de extrema pobreza se debe ser algo menos exigente.

Aunque parece difícil que salga adelante, la diplomacia española ve, por último, con buenos ojos el establecimiento en Viena de un plan de acción práctico que comprenda medidas relativas a la eliminación de todo tipo de intolerancia y discriminación.

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Solana, que viaja hoy a Viena, aprovechará su estancia para entrevistarse con sus homólogos de Israel, Simón Peres; Argelia, Redha Malek, y Cuba, Roberto Robaina, al que agradecerá la autorización de salida de la isla dada a seis disidentes.

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