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PACTOS ENTRE PARTIDOS

Cambio lo más de lo mismo

El lider socialista prometió renovación y un proyecto de progreso para su cuarta etapa de gobierno

Felipe González apareció a las doce y media de la noche del lunes 7 de junio en el vestíbulo del hotel Palace de Madrid. Sus gentes que hasta ese momento habían intercambiado complacencias por la difícil victoria electoral del PSOE, dieron rienda suelta a la emoción. Volvieron a resonar los gritos de "¡Felipe, Felipe!" que habían acompañado al candidato socialista en su recorrido mitinero por las plazas de toros y polideportivos de España. González, que no disimulé su emoción, dijo a sus seguidores: "He entendido el mensaje: los ciudadanos quieren el cambio sobre el cambio".Los interrogantes se ponen en el significado de esas palabras. Cambio y renovación a raudales pero como ya han empezado a resaltar sindicalistas, hacia la izquierda, y, como dicen en el partido, cambio pero sobre las bases de lo hecho, por tanto, también, más de lo mismo. Su significado exacto, sin embargo, está todavía inédito.

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González apenas esbozó en esos minutos de salutación en el vestíbulo del Palace el nuevo lema: "Un proyecto de progreso que impulse la vida política y económica del país". Y adquirió un compromiso inmediato: "Estamos dispuestos a establecer un diálogo con las fuerzas sindicales y con las fuerzas políticas para que sea posible la gobernabilidad". Fue todo.

El líder socialista había ido dibujando el proyecto del "cambio sobre el cambio" por plazas de toros y polideportivos durante el último mes. Es un compromiso en el que se mezcla un cambio de talante y nuevos contenidos para afrontar la crisis económica, la crisis política, con la lucha contra la corrupción como mar de fondo, y la renovación interna del propio partido. En una palabra, los problemas que, convertidos en una losa, obligaron a Felipe González a adelantar unos meses las elecciones. "Lo que ha pasado no será gratis", ha dicho González, tratando de resaltar que ha aprendido la lección y que va a actuar. Sabe que una parte importante del apoyo con que cuenta es un voto crítico al que él no había dejado de apelar en toda la campaña.

Su primera prueba de fuego serán las conversaciones con los partidos para tratar de formar un Gobierno estable. González pretende aprovechar la necesidad de pactar con otros partidos para hacer de ella una virtud con rango histórico: el acuerdo con los dos principales nacionalismos, el catalán, de Convergéncia i Unió (CiU), y el vasco, del PNV.

González tiene, como él mismo ha dicho a lo largo de la campaña electoral, "ambición de país" -"ganas de construir historia", según señalan algunos compañeros suyos- Lo haría, sin lugar a dudas, si consiguiera convencer a los nacionalistas catalanes y vascos a comprometerse con él en el Gobierno o, incluso, si cerrara un pacto de legislatura con ellos.

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La realidad ha hecho que el líder socialista abandone su deseo de formar un Gobierno netamente socialista. No tiene más remedio que dialogar y pactar, ya que de lo contrario no podría sacar adelante proyecto alguno con sus 159 escaños. La obtención de la mayoría absoluta era un sueño irrealizable, por lo que ha ido preparando a su partido y a él mismo a que esta legislatura deberá ser la del pacto.

"Hemos cometido errores". Lo ha dicho González una y otra vez por toda España y ha pedido perdón por ellos. Se ha culpado de haberse comunicado poco con la sociedad durante sus últimos años en La Moncloa. A marchas forzadas ha querido recuperar el tiempo perdido. Se ha reunido con colectivos de mujeres, de la cultura y de jóvenes. A estos últimos les ha prometido convocarles, al menos, una vez al trimestre. Un esfuerzo desesperado por intentar conectar con las nuevas generaciones, que han empezado a inclinar su voto hacia el Partido Popular (PP).

Caras nuevas

Pero quiere demostrar que no se va a parar sólo en los gestos. González ha prometido que va a realizar importantes cambios en su Gobierno. Serán las primeras pruebas del "cambio sobre el cambio". Entrarán independientes y más mujeres. Si además consigue un pacto estable, de gobernabilidad, con los nacionalistas, esta primera etapa del cambio, puede ser una campanada. La salida de dos ministros claves del Ejecutivo -Carlos Solchaga, titular de Economía, y su equipo con él, y José Luis Corcuera, de Interior- ya se da por hecha.

Los cambios de caras empezarán este mismo mes en la elección del equipo que dirija el grupo parlamentario. El veterano Eduardo -Martín Toval será sustituido de la presidencia así corno sus adjuntos José Beviá y Francisco Arnau. Ya hay varios candidatos impulsados por los renovadores para ocupar el puesto aunque los clásicos del partido formulan apuestas respecto a que no se sustituirá a un reputado guerrista, como es Maxtín Toval, por un reputado renovador. Será alguien incuestionable para los dos sectores en liza.

Felipe González ya ha lanzado el mensaje a sus 159 diputados: la renovación empezará en la dirección del grupo parlamentario y "los compañeros" deben ir pensando. en ello. En lo que deben pensar los compañeros de González es en no poner objeción alguna cuando tengan que: votar, de manera secreta, a la dirección de ese grupo, cuyos nombres saldrán de una ejecutiva del partido, a propuesta de Felipe González. Hasta ahora la dirección del grupo parlamentario ha sido avalada por unanimidad.

Después de esta primera elección vendrá la formación del nuevo Gobierno. Un equipo que será "muy nuevo", según anticipo de Felipe González. El ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, y probablemente el ministro del Interior, José. Luis Corcuera, dejarán estos cargos, por lo que dada la trascendencia de esas dos funciones se puede hablar de un cambio rotundo. Hay que añadir la incorporación de varias mujeres y de independientes.

La renovación del partido vendrá después. Durante el otoño se preparará el congreso federal en el que los socialistas deberán fijar su proyecto e ideario para los próximos años, los actuales miembros del aparato abandonarán sus cargos de dirección y todo ello servirá para poner a prueba el grado de cohesión de los socialistas.

Durante la campaña electoral el líder socialista fue dando avisos. "Hay que introducir aire fresco en el partido". "Si hace falta, hay que abrir el partido a codazos", lo dijo una y otra vez. Para ello ha utilizado el ejemplo del , juez excedente Baltasar Garzón,, el independiente de lujo que integró en las candidaturas socialistas.

González sabe que si quiere un Gobierno estable tiene que contar con un partido estable. Y Para ello, necesita encontrar una Solución adecuada para su actual vicesecretario general, Alfonso Guerra. La creación de un comité estratégico plural, con una representación de sectores variados del partido, para orientar la campana electoral hay que considerarlo como un gesto, dado que su efectividad ha sido relativa.

Después de un par de reuniones, todos estuvieron de acuerdo en que Alfonso Guerra, llevaría la campaña -"porque es el que más sabía de esto"- y los demás tenían poco que hacer. Ramón Jáuregui actuó de portavoz del partido hasta que Felipe González empezó a dar mensajes diarios y José María Maravall fue la sombra del líder socialista en todos sus desplazamientos. El resto de los miembros de dicho comité pronto partieron hacia sus circunscripciones para hacer sus propias campañas.

Pero sí es cierto que la formación de ese comité, al margen de la legislación orgánica del PSOE, indicó a ese partido que González estaba dispuesto a que los cambios fueran profundos. Después del verano se convocará el congreso que previsiblemente se celebre en enero. Será entonces el tiempo de la renovación del PSOE después de muchos años de continuismo en las personas y de pocas variaciones en los mensajes. La renovación del Gobierno y el partido son piezas de un mismo puzzle en el que el pacto social por el empleo, el acuerdo con los sindicatos y empresarios forma la tercera pata. No cabe duda que la composición del Gobierno de González va a estar orientada a la consecución de este objetivo.

A esta tarea, el principal compromiso electoral de cara a la sociedad, se dedicará una vez constituido el Gobierno. Es la pieza básica que el líder socialista ha esgrimido para afrontar una grave crisis económica que, durante la campaña, ha reconocido, pero sin entrar en detalles, con el único añadido de que, "si salimos de una crisis peor, de ésta también saldremos".

González no ha dicho explícitamente que España va a entrar en una época de ajuste duro, pero sí ha avanzado la necesidad de un gran pacto social para afrontarlo. Se ha comprometido a alcanzar un pacto de rentas salariales y empresariales; una reforma del mercado de trabajo, con una mayor movilidad geográfica y funcional; incentivos para la contratación de jóvenes, mujeres, minusválidos y parados de larga duración; se ha comprometido a dedicar medio billón a desarrollar el Plan Nacional de Formación e Inserción Profesional y a sacar adelante la ley de huelga.

Fue el "impulso económico" una de las dos prioridades que citó González en la madrugada de su victoria electoral. La otra fue el %nipulso político" o "democrático", como lo ha llamado durante la campaña.

Las principales reformas políticas de Felipe González pretenden afrontar la lucha contra la corrupción y eliminar definitivamente el clima de sospecha que ha dañado la credibilidad de su partido en primer lugar, y la de los demás.

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