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Cuando los madrileños vivían en la sabana

Una exposición en el Museo de Ciencias muestra la fauna castiza de hace millones de años

Los vallecanos de entonces eran mastodontes y ciervos antediluvianos, y en el puente de Toledo los rinocerontes (Hispanotherium matritensis) degustaban gigantescos helechos, sin que los humanos les disputasen el terreno. Han pasado millones de años desde que desaparecieron de la faz de Madrid, pero sus restos siguen ahí y surgen cuando se araña la tierra, como sucedió en el Pasillo Verde. Los pueblos de la región albergan yacimientos excepcionales de vertebrados fósiles, que hasta finales de año pueblan el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.

Un caparazón de tortuga terrestre de un metro cuadrado da la bienvenida al visitante. La gigantesca concha pertenecía a un animal que murió hace 14 millones de años en lo que hoy es la Vía Carpetana. El crecimiento de la ciudad ha ocultado posibles yacimientos paleontológicos, pero cuando se hacen obras de alcantarillado o aparcamientos los obreros dan con huesos fosilizados de animales prehistóricos.Es lo que ocurrió en el paseo de las Acacias cuando se excavó para hacer el Pasillo Verde. Bajo unos metros de tierra aparecieron los restos de algunos animales que poblaron la sabana madrileña: rinocerontes, ciervos con un solo cuerno en forma de Y y antepasados de los jabalíes.

Los yacimientos descubiertos en los trabajos del Pasillo Verde son muy importantes porque han arrojado nuevas luces sobre la climatología de Madrid en el aragoniense medio (uno de los periodos en los que se subdivide el terciario). Hasta el hallazgo de los restos bajo el paseo de las Acacias se pensaba que había predominado un paisaje árido y un clima seco y caluroso. Pero en estos lugares han aparecido restos de équidos y cérvidos que necesitaban abundantes vegetales para sobrevivir, por lo que se deduce que estas tierras eran bosques subtropicales y sabanas como la africana, en las zonas con menos agua.

Los dientes del tigre

En un paraje de Torrejón de Velasco (un pueblo limítrofe con Toledo) llamado el Cerro de los Batallones se halla una concentración completamente atípica de carnívoros por su abundancia y variedad. Normalmente, los restos de estos animales representan sólo un 10% del total del yacimiento, pero aquí son el 98%. Además suele predominar alguna especie, mientras que en el Cerro de los Batallones se encuentra un abanico de carnívoros.Entre ellos, dientes y huesos de tigres con dientes de sable, unos felinos bastante similares a los actuales, pero con unos colmillos enormes. Rodrigo y sus compañeros de clase, todos en sexto de básica, se divierten gruñendo amenazantes a la reconstrucción del temible dentón. No les asusta: "Se nota mucho que es de mentira". La piel del tigre es de una felpa "bastante cutre", pero la posición de salto está bien conseguida, y Rodrigo se pregunta cómo han logrado que se sujete sobre dos patas.

Rafael y Óscar no se divirtieron tanto en la exposición porque sus 15 años son más críticos y les parece "una fantasmada" lo del tigre. Les gusta la naturaleza, "pero un poco más moderna. Esto está muerto".

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La exposición del Museo Nacional de Ciencias Naturales recoge animales del terciario y del cuaternario. Esta última era empezó hace 1,8 millones de años, y los animales son ya mucho más parecidos a los actuales.

En los yacimientos del terciario, como el Pasillo Verde, los elefantes (Gomphoterium) tenían cuatro colmillos, dos de ellos en el labio inferior. Con la llegada del cuaternario deja paso al Elephas antiquus, ya muy parecido al actual, pero bastante más alto (de cuatro a cinco metros frente a los 3,5 que llega a medir su pariente africano actualmente). En la misma era aparece también el mamut, un elefante del tamaño de los actuales, pero con las defensas curvas.

Los europeos

Para los que no se den por satisfechos con la fauna prehistórica, en la sala de al lado esperan otras dos exposiciones bastante más humanas. Una de ellas recorre la evolución de los bípedos implumes en la Península ibérica, con un cráneo de 10.000 años hallado en la plaza de Legazpi. La otra, más europea, explica por qué los neardenthales desaparecieron del Viejo Continente cuando los sapiens africanos -menos robustos, pero más adaptativos- invadieron Europa.

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