Laporta gana tiempo, pero el Barça pierde prestigio
De la mala praxis al exabrupto, el presidente lleva a la entidad azulgrana a una inestabilidad económica y deportiva, pero también institucional
De la mala praxis al exabrupto, Joan Laporta lleva al Barcelona a una inestabilidad económica y deportiva, pero también institucional. Tras padecer ocho días de mucha tensión para lograr la inscripción de Dani Olmo y Pau Víctor, explotó emocionalmente de mala manera tras conocer la decisión política del Consejo Superior de Deportes (CSD). Al efusivo corte de mangas a la entrada del estadio donde el Barça disputó la semifinal frente al Athletic, Laporta sumó patadas y puñetazos a sillones, acompañados de insultos al aire en un palco donde estaban presentes distintos presidentes territoriales: “Sinvergüenzas”, “cobardes”, “hijos de puta”. La Federación tiene previsto abrir un expediente por este comportamiento del presidente.
La calma se apoderó de Laporta tras la victoria contra el Athletic. Sin embargo, la rueda de prensa que tenía prevista para explicar la odisea para conseguir las licencias de los dos futbolistas —fueron dados de alta por LaLiga este jueves— fue postergada al próximo martes, una vez que el equipo haya regresado a España. “El compromiso era hacerlo ya, pero prima rebajar el ruido al minino”, argumentan desde el club azulgrana.
El verano pasado, mientras la selección española brillaba en Alemania, Laporta lanzó un mensaje esperanzador a la afición al afirmar que el Barça “podía permitirse el fichaje de Nico Williams”. Ignoró, no se sabe si voluntariamente, tanto el enfado potencial del Athletic como el impacto financiero que una operación de esta magnitud tendría en un club económicamente empobrecido. Cuando se supo que el menor de los Williams no quería abandonar Bilbao, el club filtró que su nueva apuesta era Dani Olmo. Al día siguiente, el director deportivo Deco viajó a Leipzig para cerrar el fichaje del catalán, aunque ya sabía que el área financiera había desaconsejado la operación: “No podremos inscribirlo. No tenemos fair-play”. La orden, sin embargo, llegaba desde la cúpula del Camp Nou.
Laporta confiaba en obtener el beneplácito de LaLiga, como lo logró en 2023 para inscribir por una temporada a Iñigo Martínez, cuyo contrato era de dos años. “La normativa del fair-play tiene tantos grises que permite diferentes interpretaciones”, justificaban desde el área deportiva del Barça. También apostaba por nuevas inyecciones económicas, como renovar el contrato con Nike y la venta de los asientos VIP del futuro Camp Nou, que prometió estaría listo para el 125 aniversario del club. “No estamos en la regla del 1x1 porque no queremos”, presumió Laporta en septiembre, confiado en que estas maniobras permitirían la inscripción de Olmo y Víctor.
Sin embargo, el acuerdo con Nike estuvo al borde del colapso. Finalmente, se recurrió a un intermediario, Darren Dein —el mismo que facilitó la llegada de Spotify—, para desbloquear la situación. Dein logró traer una oferta aceptable para el club, llevándose una comisión del 2,9%. A pesar de este nuevo contrato, el desequilibrio económico del Barça persistió. Sin un comprador claro para los asientos VIP, Laporta recurrió a la justicia para lograr las inscripciones, como hizo con Gavi el verano anterior, aunque esta vez no tuvo éxito.
Ante la necesidad de más ingresos, se activó una nueva palanca económica. Sin embargo, el comprador conocía la urgencia del club: los 400 asientos que el Barça pretendía vender por 200 millones de euros a 20 años fueron finalmente negociados por 30 años y 100 millones. Elena Fort, vicepresidenta institucional, intentó justificar: “No ha habido negligencia. Hemos tenido plan A, B y C. Si no están inscritos, no es por mala gestión, sino todo lo contrario”.
Los desatinos no se detuvieron ahí. Tras la venta problemática de Barça Vision —una operación imputada al fair-play financiero que el club nunca llegó a cobrar—, LaLiga exigió más certificados. Estos llegaron, pero fuera de plazo, dejando a Olmo y Víctor sin licencias. El Barça filtró que LaLiga le había concedido una prórroga de tres días; luego se retractó. En medio del caos, Laporta publicó, en un estado de WhatsApp, un supuesto comunicado de la Federación respaldando al club. Minutos después, lo borró. “No se puede creer”, se quejaron desde Las Rozas.
Estas inconsistencias comunicativas enfurecieron tanto a LaLiga como a la Federación, justo cuando ambas instituciones estaban dispuestas a colaborar, incluso arriesgándose a descontentar a otros clubes. Sin alternativas, Laporta buscó apoyo político. Según fuentes federativas, encontró un aliado inesperado en el Real Madrid. “El Barça y el Madrid se tienen que ayudar, lo digo con total sinceridad. Es un club entre los más grandes del mundo. ¿Por qué íbamos a enfadarnos?”, afirmó Florentino Pérez en la última asamblea del club madrileño.
El Barça, sin embargo, no lo hizo todo mal. Según fuentes del CSD, presentó un informe detallado de 52 páginas y 60 ananexos,uestionando las competencias de la Comisión de Seguimiento de LaLiga y la Federación para conceder licencias. El Consejo concedió una medida cautelar: “Su no adopción causaría un perjuicio económico y deportivo grave para el club, y podría dañar los intereses de la selección española y otras competiciones”.
La resolución enfureció a Javier Tebas, presidente de LaLiga, quien expresó en X: “El presidente del CSD parece escuchar una única voz, que no representa al fútbol profesional español. Esa voz guarda un silencio cómplice en este caso. ¿Dónde está ahora Real Madrid TV?”. La complicidad del Madrid no se extiende al resto del fútbol español. El primero en pronunciarse fue el Athletic, cuyo presidente Uriarte calificó la situación de “esperpéntica”, y a lo largo de este jueves se sumaron públicamente el Atlético de Madrid, el Valladolid, Las Palmas y el Málaga, mientras que desde la Federación aseguran hay, por lo menos, otras cinco instituciones de manera privada llamaron para pedir explicaciones.
El partido también se juega en el terreno político, se manifestó el PP. “Es trato de favor y adultera la competición”, subrayó Borja Semper, portavoz de los populares. Ernest Urtasun, ministro de Cultura, calificó la acusación de Semper como “un delirio”. “Entrar a valorar las decisiones de los estamentos deportivos, afortunadamente, existen los mecanismos institucionales para dirimir este tipo de conflictos, y, francamente, intentar politizar esto, como hace el PP, lo encuentro ridículo, la verdad”, añadió en RAC1.
A la espera de la respuesta definitiva del CSD, Laporta parece más tranquilo tras su altanera conducta en Yeda. El Consejo tiene hasta tres meses para resolver el caso. Si el fallo es desfavorable, los jugadores podrían quedar nuevamente sin licencia. Por ahora, Laporta gana tiempo, mientras el Barcelona pierde prestigio.
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