"Nacido aquí..., enterrado en Turquía"
"Nacido aquí, quemado aquí", decía una pancarta colocada junto a la casa incendiada de Solingen. Justo al lado, a modo de posdata, otro letrero añadía: "...y enterrado en Turquía". Si algo positivo puede esperarse de la tragedia de Solingen es que, pasado el espanto y la desesperación de los primeros momentos, haya empezado a abrise paso un debate sobre el tema de fondo que ha permitido esta tragedia; la existencia de una comunidad a caballo entre dos países, que, finalmente es extranjera en ambos.Mientras no exista una ley de inmigración, mientras no se acepte la existencia de extranjeros en Alemania, esto seguirá", comentaba ayer un diplomático extranjero. Las voces en este sentido empiezan a surgir por todas partes, incluidos los partidos en el Gobierno. En Alemania, al aplicarse el principio del ius sanguinis, es extremadamente difícil obtener la nacionalidad si no se tiene, al menos, un progenitor germano. El ministro de Asuntos Exteriores, Klaus Kinkel, aseguró ayer que "un debate sobre la cuestión de la doble nacionalidad no sería más que echar agua sobre los molinos de los que cometieron estos actos terribles".
La postura del canciller Helmut Kohl es duramente criticada. Su esperada presencia en Solingen ni se ha producido ni se producirá. El canciller no asistirá al funeral de mañana ni al acto fúnebre posterior en la mezquita de Colonia. Si asistirá, en cambio, el presidente federal Richard von Weizsäcker. El Gobierno estará representado por Kinkel y el ministro del Interior, que ya fue abucheado, Rudolf Seiters. Kinkel acompañará posteriormente los féretros a Turquía. La policía se prepara para una jornada caliente.
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