Los parados de la EPA
JOSÉ ARANDA AZNAREl autor responde en este texto a un artículo publicado hace unos días en estas mismas páginas en el que se ponía en duda la cifra de parados de la Encuesta de Población Activa (EPA) y que, en su opinión, contenía algunas inexactitudes.
El artículo publicado por Lorenzo Navarrete el pasado 21 de mayo, en el que se pone en duda la cifra de parados de la Encuesta de Población Activa (EPA), contiene algunas inexactitudes ante las que el Instituto Nacional de Estadística (INE), como institución responsable de dicho estudio, no puede dar la callada por respuesta.Se dice que el propio control de calidad de la EPA indica. que sólo el 63% de los clasificados inicialmente como parados se identificaron en 1990 como tales en la entrevista repetida, lo que parece sugerir, aplicando dicho porcentaje al primer trimestre de 1993, que la cifra de parados apenas superaría en la actualidad los dos millones de personas. Esta afirmación carece de sentido a nivel estadístico, puesto que, si bien en la entrevista repetida algunas personas no confirman su declaración inicial de estar en paro, otras, cuya clasificación inicial era la de ocupados, en la entrevista repetida declaran haber estado en situación de paro. En la misma pagina de la publicación que cita Lorenzo Navarrete se expresa que el resultado neto de las clasificaciones en primera y segunda entrevista arroja un índice de cambio neto para el número de parados de -4,83%, resultado de haber contado en la entrevista repetida a 538 personas en paro, mientras que en la entrevista original sólo habían sido contadas 512.
La distorsión del recuerdo
De aquí se deduce justo lo contrario a lo insinuado en el artículo, o sea, que todavía el paro en 1990 podía estar infraestimado en un 4,83%. No obstante, tampoco podría asegurarse semejante cuestión por la pequeña distorsión que el factor recuerdo introduce en una entrevista repetida que, evidentemente, está más separada en el tiempo de la semana de referencia muestral que la entrevista original, que se refiere a la semana inmediatamente anterior al momento de realizarse dicha entrevista.
Tampoco es correcto decir que la metodología de la EPA surge en 1964. El libro citado de nuestro compañero Eduardo García España no se refiere a dicha metodología, sino al diseño de la Encuesta General de Población. La metodología de la EPA surge en la VIII Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo de 1958, y fue revisada en la XIII Conferencia Internacional de 1982 y homologada por la Comunidad Europea. Cabe señalar que esta metodología de la Organización Internacional del Trabajo no sólo está avalada por las representaciones de los Gobiernos, sino también por las de los sindicatos y organizaciones patronales.
En relación con la sugerencia de formar en España un equivalente al Informe Malinvaud francés, cabe indicar el escaso sentido de comparar paro registrado en las oficinas de empleo y paro estimado por las encuestas de población activa, cuestiones no comparables y cuyas diferencias se explican suficientemente por las distintas metodologías de un registro administrativo y de una investigación de carácter muestral.
Tampoco viene muy a cuento comparar los resultados de una encuesta como la EPA, dirigida a medir la fuerza de trabajo, con estudios sociodemográficos de objetivos muy diferentes, como el citado del Instituto Valenciano de Estadística. El propio INE ha generado en los dos últimos años determinados estudios que permiten contrastar las cifras de paro: en concreto, la Encuesta Básica de Presupuestos Familiares, de donde se deducen tasas de paro muy semejantes a la EPA; el Censo de Población de marzo de 1991, donde los ciudadanos españoles se autoclasificaron como parados en dos puntos de porcentaje por encima de la EPA, y la Encuesta Sociodemográfica, sobre una muestra de 160.000 personas, que todavía eleva algo más la tasa de parados. Cabe decir, respecto del Censo y de la Encuesta Sociodemográfica, que carecen de los controles de las encuestas de, fuerza de trabajo sobre disponibilidad para trabajar, búsqueda efectiva de trabajo y otras características que ayudan a precisar el concepto de parado, por lo que es lógico que arrojen cifras superiores a las de la EPA.
Hechas estas precisiones al citado artículo, cabe señalar que desde el INE nunca se ha afirmado que las cifras de actividad, empleo y paro que arroja la EPA sean incontrovertibles. Eso, más que precisión de las estimaciones de una encuesta, sería un milagro. La investigación estadística constituye un intento de aproximación a la realidad, y conceptos como el del paro son complejos y de difícil medición. Para colmo, el concepto de paro puede despertar recelos en personas en situación irregular que no confíen en el absoluto secreto que protege por ley los datos que nos son confiados. La reciente campaña que protagonizaron algunos partidos de la oposición contra el Censo de Población no ayudan precisamente a esa confianza de los ciudadanos en las oficinas de Estadística. Se dijo irresponsablemente en aquella ocasión que no estaba garantizada la confidencialidad de los datos individuales y que éstos iban a ir a parar al fisco y a la policía. Por suerte, los ciudadanos españoles hicieron poco caso de dicha campaña, y por eso, entre otras cosas, puede contarse con una valiosísima información como la antes citada del paro por la autoclasificación censal de los ciudadanos.
Precisión
De cualquier modo, y con independencia de que los actuales 3,3 millones de españoles en paro, según la EPA, no puedan ser una cifra incontrovertible, puede decirse, en primer lugar, que los contrastes con otras fuentes de información sitúan la cifra en tomo a ese orden de magnitud, y en segundo lugar, que la EPA, por su diseño muestral, donde cada trimestre con el sucesivo se mantienen cinco sextas partes de la muestra, refleja con bastante precisión la evolución de las características que mide, y esto sin más que mantener la hipótesis de que los recelos ante las respuestas se mantienen a lo largo del tiempo.
Por otro lado, tanto de la EPA como de los otros estudios citados no sólo se desprenden las grandes cifras objeto de titulares de prensa, sino que aportan una valiosísima información para conocer el modo en que las unidades familiares puedan atemperar las consecuencias del paro de alguno de sus miembros, los efectos de la masiva incorporación de la mujer a la actividad, el factor multiplicador del paro que lleva a miembros de las unidades familiares en situación de inactividad (estudiantes, labores del hogar, etcétera) a la búsqueda de empleo y otras cuestiones que pueden ayudar de modo notable a la toma de decisiones racionales para resolver este importante problema.
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