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"A los políticos nos condenan sin pruebas"

Después de Craxi, Forlani, Gaya, La Malfa, Andreotti, De Michelis y un largo etcétera, ha llegado la hora de Ciriaco de Mita, ex primer ministro democristiano. Aunque su caso es diferente, no se trata de dinero, sino de 50 puestos de trabajo irregulares. Pero ¿quién puede explicar la diferencia? Y sobre todo, ¿quién creerá en esta diferencia?Pregunta. ¿Podemos empezar desde el momento de la acusación?

Respuesta. Puedo decirle solamente lo que sé. Creo que se me acusa de haber escrito una carta en la que indicaba el nombre de ciertas personas para que fueran contratadas en una de las fábricas instaladas en Irpinia después del terremoto. Pero se omite el hecho de que fue el mismo dueño de la fábrica el que me pidió algunas referencias laborales para emplear a ciertas personas.

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"¿Qué había que hacer, dar un golpe de Estado?"

P. ¿Quiere decir que usted ha pedido y conseguido que se diera empleo a esas personas sin obtener nada a cambio?

R. Cuando recibí la noticia sobre la apertura del sumario llamé inmediatamente a los jueces de Nápoles porque quería que me escucharan. Naturalmente, renuncio a la inmunidad parlamentaria, pero ahora éste no es problema. Llamo al juez Miller y le digo: "Estoy a su disposición, quiero hacer la declaración hoy mismo". Y él contesta: " Hoy no es posible, no está mi colega. Quizá mañana. Pero, de todas formas, ¿para qué tanta prisa?". "Porque no quiero que se crea que estoy metido en una historia de comisiones", le contesto. "¿A qué comisiones se refiere? Esto no es un asunto de comisiones", me responde el juez. "Se trata de irregularidades en el empleo de unas personas". "¿Y le parece un delito dar indicaciones sobre personas que van a ser empleadas?", le pregunto. Y él: "Quizá haya algo más". Y esto, sinceramente, es todo lo que sé.

P. ¿Podrá explicarlo?

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R. Yo no tengo por qué explicárselo. Nosotros, los políticos, ya estamos condenados sin pruebas. Cuando además hay un indicio se convierte en una sentencia firme. Por esto, además de la serenidad que tengo al saber de lo que se me acusa, siento una rabia inmensa. La rabia de ver mi nombre junto con nombres y cosas con las que no tengo nada que ver.

P. Quizá sea así, pero ya hay muchos que afirman con alegría: "Finalmente se descubre el Irpiniagate"

R. Yo no he hecho la reconstrucción en Irpinia. No he hecho la ley al respecto que nunca me convenció. No he administrado los fondos y no me he ocupado de su distribución. Lo repito: no tengo nada que ver.

P. Sí, pero no se puede negar la existencia del Irpiniagate.

R. El Irpiniagate no existe. En las zonas del terremoto se han construido casas, se ha dado trabajo. Dicen que se ha gastado demasiado. Es todo mentira.

La Repubblica / EL PAÍS

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