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Lamont convirtió su despido en dimisión

Enric González

Norman Lamont consiguió, en el último momento, convertir en dimisión lo que era un despido. Al rechazar la cartera de Interior que le ofrecía Major, quiso demostrar su amargura ante lo que le parecía una injusticia: era inmolado, en su opinión, como chivo expiatorio de una recesión que él no había causado.Antes de ese gesto póstumo, había hecho algo muy parecido a un testamento político. En una entrevista publicada ayer por el diario The Guardian, Lamont señalaba la inevitabilidad de una nueva subida de impuestos, a añadir al Ya anunciado aumento general del IVA, para reducir el rampante déficit público,

Implícita en sus respuestas aparecía una acusación: fueron Major y otros ministros quienes, pese a la oposición de Lamont, abrieron el grifo del gasto para ganar votos antes de las elecciones de 1992.

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La noticia de la caída de Lamont se difundió, a media mañana, por una vía inusual. Fue su madre, Irene, de 82 años, quien llamó al periódico de su pueblo (el Grimsby Evening Telegraph) para hacer el siguiente anunció: "Norman acaba de comunicarme su dimisión. Dice que ha sido un empleo muy duro". Irene Lamont justificó la llamada por "el interés que tiene la noticia para sus antiguos compañeros de escuela". El Telegraph de Grimsby remitió la nueva a la agencia Reuters y desde ahí saltó a todo el mundo.

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