_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los Premios Carlomagno y España

La concesión del Premio Carlomagno al presidente del Gobierno, Felipe González, viene a culminar el reconocimiento europeo a la reincorporación de España a la construcción de Europa.Tres son los españoles distinguidos con este galardón: Salvador de Madariaga, Juan Carlos I y Felipe González. Es decir, quien, entre- otros, al, término de la II Guerra Mundial, y aun durante esa zona en que se gestaba la lucha fratricida europea, contribuyó a dibujar no ya unos ideales, sino un método para restablecer la unidad del continente. Más tarde, a quien institucionalmente representaba una España renovada en su unidad política, pero asentada en valores que fueron esenciales en la trayectoria del continente. A través del Rey, y junto al reconocimiento de su papel esencial e imprescindible, primero en la transición, luego en el asentamiento de la democracia, se premió y se alentó al esfuerzo español. Galardones, en los dos casos, anteriores a nuestra entrada en la Comunidad Europea. Hoy, al premiar a Felipe González se celebra no solamente la culminación del largo y dificultoso proceso negociador, sino un ejemplar comportamiento dentro de la comunidad.

Ideólogo europeísta, representación y aliento institucional y esfuerzo de gobierno dentro de la Europa comunitaria premian no ya a unos esfuerzos concretos de españoles, sino a una España definida por lo europeo.

Salvador de Madariaga fue un hombre vocacionalmente ajeno a las tareas de gobierno. Ministro eficaz y diplomático ilustre, su personalidad y sus ideas le conducían a una definición más personal que partidista y a una racionalizada defensa del carácter irreductible ole la opinión personal. Liberal por temperamento -liberal como se es limpio, decía Marañón-, demócrata por militancia, por conciencia de los riesgos, que amenazaban en los años treinta a la sociedad europea, cosmopolita por destino, hispanoamericanista por decisión de buscar los orígenes y el estilo concreto de un miembro de la familia europea, Madariaga encontró en la causa de una Europa unida la clave de su liberalismo, la razón de su práctica democrática y la superación de la vaguedad del cosmopolitismo: la manera eficaz de ser ciudadano del mundo perteneciendo a una cultura, la europea, y siendo fiel a su condición de español. Europa era, sobre todo, en los años cuarenta la barrera contra el empuje de la barbarie. Don Salvador fue un individualista comprometido con su sociedad y un pertinaz investigador de esa manera de ser europeo que es ser español. Representó la inexistencia de ninguna incompatibilidad entre sentirse europeo y conocer cuánto hay de americano entre nosotros.

En cualquier juicio sobre la persona y acción de un rey planea y pesa lo institucional. Son los reyes los únicos sobre los que no cabe un juicio basado exclusivamente en sus personas. Es su grandeza y la carga que sobre ellos gravita. De manera que cuando se le otorgó el Premio Carlomagno, si bien la decisión se basó en su mérito personal irreductible a cualquier otra dimensión, de alguna manera se premió a la institución y se alentó a la España a cuyo servicio está la Corona. Esta España que es políticamente la culminación de un esfuerzo mantenido al menos por dos promociones que han alcanzado la restauración democrática, en la que un ha jugado papel importante la homologación con Europa: la promoción de Múnich -1962- y la de las Constituyentes de 1977. Fue claro que cuando se convocaron éstas el vínculo más firme que unía a quienes se sentaban en la derecha y en la izquierda de las Cámaras era la participación de muchos y la admisión por todos del objetivo europeísta.

El último Premio Carlomagno concedido a un español, al actual presidente Felipe González, completa el marco de reconocimiento no ya a la vocación europea de España, sino de los servicios que a Europa está prestando el país. Le cupo al primer Gobierno de González culminar la negociación de la accesión de España a la Comunidad Europea. Fue entonces la acción de González constante y cotidiana en esta tarea: la dirección del proceso negociador y sus iniciativas para resolver momentos en que los obstáculos se erguían como muralla difícilmente superable. Con generosidad ha reconocido el presidente que la tarea y el éxito final fue obra de todos. Con generosidad y con modestia ha inscrito la acción de su Gobierno y de su persona dentro del marco de una acción continuada durante al menos dos décadas. Todos los que en una u otra medida colaboramos en aquella tarea nos sentimos hoy recompensados en Aquisgrán.

Dentro de la Comunidad, el presidente González ha sido siempre una referencia indispensable en el esfuerzo para hacer avanzar la integración europea y un factor decisivo para corregir las desigualdades interiores a la misma que hacen difícil su éxito. En los consejos europeos directamente, a través de sus ministros y en un claro y decisivo apoyo a la comisión, quien hoy obtiene el Premio Carlomagno se ha esforzado para cimentar y anclar a Europa dentro de una coyuntura internacional compleja e incierta. Que la fecha de la concesión del premio haya coincidido con un proceso electoral en nuestro país no puede ocultar que el galardonado lo es por una tarea que a todos corresponde y que la mayoría, con contadísimas excepciones, apoya.

Junto al ideólogo, a la institución y a la persona que la encarna, el premio a un gobernante y a un militante de la causa de Europa completa el posible haz de reconocimiento de la tarea española en Europa.

es eurodiputado socialista.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_