Maria Joao Pires, su arte y su liturgia

Hay que agradecer a los organanizadores y patrocinadores del Festival Mozart el excepcional recital de Maria Joáo Pires consagrado a Bach y Schubert y celebrado el miércoles. La extraordinaria pianista portuguesa nos puso en contacto muy intenso con la música complementaria, más que contradictoria, de los dos autores, y lo hizo de forma literalmente genial.Asistimos a un concierto, pero también a una ceremonia ritual. Maria Joáo Pires dispuso una muy restrictiva iluminación y suplicó, desde el programa, el abstencionismo en el aplauso, no tanto porque las obras lo demanden como por la voluntad de la intérprete, quien formula, entre sus sueños, el del "silencio que sigue a la música".

Así, entre oscuridades y silencio, traicionado a veces por algunas toses polizontes, practicamos el trance místico envuelto en cierto clima de tenida espiritista. ¿Cómo estrangular el aplauso? ¿Cómo dejar al público ovacionando, al final del programa, sin que la persona que provocó el entusiasmo vuelva a escena tan siquiera?