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El trasplante de hígado de padres o hermanos, una alternativa a la falta de órganos para niños

Milagros Pérez Oliva

Uno de cada cuatro niños en lista de espera para un trasplante de hígado muere antes de haber conseguido un órgano. La escasez de donantes es especialmente acuciante en el trasplante de hígado infantil, pues a la penuria general de órganos, agravada ahora a causa del descenso de la mortalidad en el tráfico, se añade el hecho de que son muy pocos los niños que mueren. En estas circunstancias, el trasplante de un trozo de hígado de donante vivo se perfila como una alternativa que puede salvar muchas vidas mientras no se consiga un desarrollo seguro del trasplante de hígado de babuino.

Más de cien trasplantes de hígado de donante vivo se han realizado ya en el mundo, con un resultado excelente, según Xavier Rogiers, miembro del equipo de la Universidad de Hamburgo, en Alemania. El índice de supervivencia se estima en torno al 90%, es decir, superior al trasplante de donante.La operación consiste en cortar un trozo del hígado del donante, que ha de ser un pariente lo más próximo posible, e implantarlo inmediatamente en el niño enfermo. Basta una porción del 10% del hígado de un adulto para salvar la vida del niño.

El hígado es un órgano con una extraordinaria capacidad de regeneración. Tanto el órgano mutilado como la porción implantada crecen rápidamente y el órgano cumple pronto todas sus funciones, que son muy importantes, pues, aparte de producir importantes sustancias del metabolismo, este órgano viene a ser la depuradora del organismo.

Momento idóneo

Esta modalidad de trasplante es especialmente idónea para los niños. La mayor parte de los que necesitan un hígado tienen menos de dos años, ya que las causas más frecuentes de insuficiencia hepática son las anomalías congénitas. "Eso dificulta la obtención de un hígado adecuado, pues hay muy pocos donantes de esa edad. La mayoría de los órganos son demasiado grandes para esos niños", explica Carles Margarit, del programa de trasplante de hígado infantil de Vall d'Hebrón, Barcelona, que aspira a realizar también el trasplante de donante vivo.Este tipo de trasplante ofrece además la ventaja, según Carles Margarit, de que se puede programar la intervención en el momento más adecuado. "En el caso de trasplante con hígado de cadáver hay que esperar a encontrar el órgano compatible con el receptor, y eso hace que la espera sea, en muchos casos, muy larga, de manera que muchas veces el niño llega a la operación muy deteriorado por la enfermedad". Las autoridades sanitarias estudian autorizar este tipo de trasplante en España, pero de momento sólo se realizaría en los centros con mayor experiencia en trasplante de hígado, como, por ejemplo, el hospital Infantil de Vall d'Hebrón, en Barcelona, o el hospital Doce de Octubre, en Madrid.

Los donantes más idóneos son, según Rogiers, el padre, la madre o un hermano, pero, en este caso, siempre que sea mayor de edad para que pueda dar su consentimiento libremente. El donante debe ser sometido a una intervención quirúrgica importante, aunque el riesgo es mínimo, según Xavier Rogiers.

Este tipo de trasplante presenta, sin embargo, problemas éticos que exigen un especial cuidado en el planteamiento médico de la intervención.

Habitualmente, los padres están dispuestos a todo por salvar a sus hijos. Por eso es importante, según Xavier Rogiers, establecer criterios objetivos que permitan tomar una decisión libre.

Consentimiento informado

"Se ha discutido mucho sobre esta cuestión, pero lo cierto es que en los más de cien trasplantes realizados hasta ahora no se ha producido ninguna muerte del donante", añade Rogiers. "Siempre es difícil evaluar el riesgo concreto de un donante, porque depende de circunstancias muy personales. Se trata, en cualquier caso, de una intervención importante, y por esta razón adoptamos todas las precauciones. Por ejemplo, es posible que, si surge alguna complicación, necesite una transfusión. Para evitar el riesgo de contagio que implica la sangre de donación, extraemos sangre del propio donante y la conservamos para inyectársela de nuevo si la necesita", añade.Especial cuidado requiere en este caso la cuestión del consentimiento. Éste ha de ser, como en todo acto médico, un consentimiento plenamente informado. "Además de darle la información suficiente, hay que darle cierto tiempo para meditar y la oportunidad de reconsiderar la decisión en el último momento", indica Rogiers.

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