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El alto precio de interponerse

Los 'cascos azules' españoles en Bosnia, en el punto de mira de las milicias croatas

"HVO 1, España 0". Eso le espetó un miliciano del Consejo de Defensa Croata (HVO) a un teniente de la Agrupación Canarias, desplegada en el suroeste de Bosnia. No era el resultado de un partido de fútbol. El miliciano se jactaba de la muerte del teniente Arturo Muñoz en la ciudad de Mostar por la explosión de una granada croata. La llegada del nuevo contingente español a Bosnia hace un mes coincidió con una fuerte ofensiva croata en la zona para expulsar de ella a la población musulmana.

La firma, el pasado 12 de mayo, de un alto el fuego entre los jefes de las dos comunidades enfrentadas amplió los cometidos de la misión española de la protección de los convoyes humanitarios a la interposición entre las milicias. Los acuerdos no se han cumplido y los soldados deben patrullar bajo los disparos. Ayer mismo, Mostar era un infierno bajo la artillería croata. Mientras que Radio Bosnia informaba de que Mostar estaba envuelta en humo y que las fuerzas del HVO atacaban, edificio a edificio, con granadas incendiarias, la agencia croata Hina hablaba de tres miembros del HVO muertos a manos de las milicias musulmanas.La situación se ha complicado mucho para los casi 1.000 cascos azules españoles. De un mes a esta parte, los incidentes con las milicias croatas se multiplican: a los javeos, como denominan a los combatientes del HVO, no les gusta tener testigos de su limpieza étnica contra las comunidades musulmanas. De las "acciones de chulería", como apuntar a las patrullas con los carros de combate, se ha pasado a los continuos disparos de los francotiradores contra los blindados españoles. Se trata, dicen los soldados, de actos intimidatorios. La muerte de Arturo Muñoz y las heridas sufridas el sábado por el sargento Ernesto Terry al pisar una mina trampa suponen un salto cualitativo en esta guerra de nervios.

Los intentos de mediación de las Naciones Unidas en el conflicto han servido de poco. Los jefes militares bosnio, Sefer Halilovic, y croata, Milivoj Petkovic, firmaron un acuerdo el pasado 12 de mayo en la base española de Medjugorje bajo los auspicios del comandante en jefe de las Fuerzas de Protección de las Naciones Unidas en Bosnia, Philippe Morillon. A partir de ese momento, el despliegue de las tropas españolas en las líneas de frente garantizaría el cumplimiento del alto el fuego. Como no podía ser menos, los combates, lejos de cesar, se han intensificado y los blindados españoles cumplen su misión de patrullaje bajo las balas.

El coronel Ángel Morales, jefe de la Agrupación Canarias, es taxativo: "Somos fieles a la misión. La cumpliremos por encima de todo. Yo acato órdenes, y no se me ocurriría criticarlas. Morillon me dice: despliega una compañía para vigilar los acuerdos que yo he firmado, en Konjic o donde sea. Y lo hacemos". En Split, un portavoz croata afirma sin sonrojarse: "Ya no confiamos en las Naciones Unidas; dicen que iban a imponer la paz, pero no lo hacen".

Morales es exquisito a la hora de hablar de la actitud de las. milicias croatas. "Yo no voy a decir que vayan contra nosotros. Sinceramente, no lo creo. Nuestra misión es muy dura. Desde que el 19 de abril me hice cargo de la operación todo ha cambiado. Estamos trabajando al cien por cien. No tenemos a nadie descansando. Por peticiones y compromisos, las misiones se multiplican, y también los riesgos".Tómbola de minasLos comentarios de sus hombres, aunque contenidos, son menos diplomáticos: "Estamos jodidos, nos están dando bien", comenta un cabo entre dientes. Tras una noche de patrulla, las charlas giran en tomo al mismo tema: "Andamos continuamente con la misma gaita. Tú en el blindado, patrullando, y ellos disparándote. Los croatas nos tienen en su punto de mira para intimidamos. En Jablanica han llegado a disparar contra el acuartelamiento", dice un teniente, que no cree que los cabecillas locales desobedezcan a los jefes militares: "Esto que ocurre no es fruto de la desorganización. Al revés, está todo muy previsto".

En Jablanica, el destacamento español, formado por una compañía y varios especialistas, está casi aislado desde hace una semana. Los puentes que comunican esta ciudad con Mostar han sido destruidos, y la ruta alternativa por la montaña (la Camel Trophy, como la llaman aquí) es una tómbola de minas.

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A pesar de todo, las misiones de patrullaje y de protección de los convoyes humanitarios siguen adelante. "Y si no se puede, lo seguimos intentando", dice el coronel Morales. Los soldados quitan importancia a las dificultades. Su preocupación parece estar más en otro lugar. "A ver qué contáis", suelen decir a los periodistas. "Que luego nuestras familias se asustan mucho".Mostar sufría ayer una de las peores ofensivas de los últimos días. Durante toda la mañana y parte de la tarde, la artillería croata descargó sus morteros y misiles sobre el sector musulmán de la ciudad, desde donde las milicias bosnias respondieron al ataque. Algunos edificios estaban ardiendo y las organizaciones humanitarias hablaban de varios civiles muertos, sin precisar el número. Una situación parecida se vivía en la localidad de Konjic, al norte de la provincia, sitiada por los musulmanes.

Los enemigos en Herzegovina se convierten en aliados en el norte de Bosnia: tropas croatas y musulmanas hacían frente ayer en la ciudad de Brcko a los intentos de las milicias serbias de controlar un corredor que uniría los enclaves serbios de Bosnia con la propia Serbia, y del que les priva el complicado mapa diseñado por Vance y Owen. Los intereses territoriales justifican este abigarrado juego de alianzas y muerte.

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