Botones de muestra
Á. F.-S., La Francia de Chirac necesita poner en sus vitrinas todavía vacías el primer trofeo, y todo indica que lo está buscando en Cannes. Periódicos, revistas, publicaciones especializadas, radios y televisiones nos golpean al unísono con un repertorio de piropos al espejo propio cuya unanimidad es por un lado chocante y por otro -y esto es lo que crea malestar- coherente con la operación política de limpieza nacionalista que desde hace unos días resuena en las alturas del poder parisiense, convertidas de nuevo en convocatoria para situar a Francia en el ombligo de una Europa que, como se sabe, no tiene ni necesita ombligo alguno.
La famosa pialatada, aquella descarada operación que en 1987 orquestó el difunto Yves Montand para festejar el 400 aniversario de este festival con un triunfo francés, puede repetirse este año. La Palma de Oro fue entonces a parar a las manos del sincero Maurice Pialat por su hipócrita película Bajo el sol de Satán, y ahora, seis años después, podemos, si Louis Malle y sus compañeros de jurado no lo remedian, asistir a una nueva farsa chovinista de esta mala especie.
Botones de muestra del tamtan político nacionalista que suena por aquí. "Desde hace 46 años, Cannes es la capital mundial del séptimo arte. Cuarenta y seis años de felicidad, de emoción, de descubrimientos maravillados, 46 primeras veces" (Jacques Touvon, ministro de la Cultura y de la Francofonía). "Henos aquí reunidos por un nuevo festival, impacientes, febriles y llenos e curiosidad... Sabemos también que vamos a vivir un momento de la historia del cine. Cannes entra en la leyenda. Por ello tenemos el placer de decir: "Yo estuve allí" (Michel Mouillot, alcalde de Cannes). "Cannes, ciudad faro del arte cinematográfico" (Jean-Claude Gaudin, presidente de Provenza-Alpes-Costa Azul).
La retórica del nacionalismo franquista era casi austera comparada con estas florituras chiraquianas.
