"¡Vamos a rescatarle como sea!"
La rápida evacuación de Mostar del teniente español Arturo Muñoz le salva la vida
ENVIADO ESPECIAL, La granada croata llevaba escrito el nombre del teniente español Arturo Muñoz, herido por fragmentos de metralla en cuello y espalda. Pasaban unos minutos del mediodía de ayer en Mostar, la capital de Herzegovina, en la que, pese a un alto el fuego, combaten desde hace días musulmanes y croatas. Dos blindados de la Agrupación Canarias de una sección de ocho vehículos, al mando del teniente José Luis Monterde, habían bajado desde las colinas circundantes. El teniente Muñoz se quedó en el suelo, muy quieto. Inconsciente. Daba miedo verle. Sangraba por los oídos, la boca y la nariz. "Vamos a rescatarle como sea, por cojones", afirma un sargento de los cascos azules españoles.
Los médicos musulmanes, acostumbrados a las rutinarias tragedias de la guerra, actuaron con rapidez. Le prestaron allí, entre la sangre, los primeros auxilios. "Su rápida actuación posiblemente le salvó la vida", afirma el teniente coronel Enrique Alonso, jefe de la base de Dracevo, a la que fue trasladado más tarde el herido, que anoche se encontraba fuera de peligro.La misión consistía en hacer llegar medicinas y sangre a los dos bandos. Una de tantas misiones humanitarias en medio de balas ajenas. El hospital del HVO -los javeos, como se conoce a la milicia croata- recibe su parte del cargamento. La otra mitad era para los musulmanes. En la puerta de su hospital, cuando se descargaba la ayuda, cayó la granada asesina. Hace mucho calor. Las explosiones se suceden. Casi todas las granadas caen en la zona musulmana de esta ciudad dividida. Algunos edificios arden. Se oye el tableteo de las ametralladoras. El centro de Mostar está destrozado. El panorama resulta dantesco. No hay muertos en la calle, pero los combates, pese al alto el fuego, apenas si han cesado un instante desde el domingo.
La dramática noticia llegó arriba, al punto de observación, en un santiamén. Un insumiso que trabaja ahora como voluntario en SOS Balcanes, una organización humanitaria vasca, fue el primero en saberlo. Estaba pegadito a un blindado medio sobre ruedas (BMR) cuando escuchó un mensaje por la radio. "¡Parece que han herido a un español!% exclamó dos veces con gran nerviosismo. "Dicen en la radio que hay allá abajo un casco azul tendido en el suelo con una manta".
El teniente José Luis Monter-de, al que parece que le persigue la responsabilidad en esta guerra, tiró la lata de sardinas que tenía por comida y se subió de un salto al BMR. Trató de confirmar la noticia. Respiraba hondo, como quien busca la inspiración. Empezó a sudar. El calor y la excitación son malos compañeros. Mira alrededor con cara de no puede ser.
Cuatro o cinco soldados le rodean para escuchar. Nadie habla. Se miran y callan. "Aquí Fuster 3 1, aquí Fuster 31 ( ... ) Adelante compañía Alba, adelante", repite una y otra vez. Le contestan con cuentagotas. Mientras, en la carretera que baja a Mostar, a la que le falta una sola curva para alcanzar el bulevar principal, no dejan de ir y venirjaveos vestidos de negro y armados hasta los dientes en BMW robados en algún control.
Granada croata
La noticia es confirmada. La radio escupe detalles. Es un teniente. "¡Es Muñoz, me cago en la puta!", grita dando patadas al aire un legionario. "Le, ha dado un francotirador cuando iba en un blindado", exclama otro con rabia. Nadie sabe cómo ha pasado exactamente. Hay confusión. El teniente Muñoz se encuentra ahí abajo en esa maldita ciudad en llamas que es Mostar sin que nadie pueda hacer nada por él.
El teniente Monterde se comunica con el cuartel general de Mediugorje. Quiere instrucciones. El corazón le pide bajar a tortas a buscarle. La cabeza le recomienda tranquilidad. Habla apresurado con el teniente coronel Castro Zotano, al mando de la Agrupación Canarias, por ausencia del coronel Morales,quien se encuentra en Kisejak, en el cuartel general de Morillon. 'Tamos a ir a por él con la ambulancia", ordena de inmediato el teniente coronel.
La ambulancia, otro blindado dotado con los mejores avances médicos, arranca a toda velocidad. Cuarenta metros más abajo, un controljaveo, es decir, cuatro milicianos con cara de chulos, les detiene. "No pueden pasar. No tienen los papeles", dicen. La ambulancia se da media vuelta. Monterde relata la nueva situación a MedJugorje.
La crispación crece. En los ojos de los legionarios se lee la rabia. "Vamos a rescatarle como sea, vamos a sacarle por cojones", dice un sargento. El teniente, más frío, busca la negociación. Vuelven al control. Llegan con un intérprete y un BMR de escolta dispuesto a todo.
Se pierde media hora preciosa en la negociación con los milicianos, que son del mismo grupo que los que han disparado la granada asesina, que lleva la firma de los javeos croatas. "No pueden ser otros, pues los musulmanes no tienen granadas", confiesa un español.
Afortunadamente no es necesaria la fuerza. Losjaveos ceden. La tensión es muy grande. Las armas están cargadas. La ambulancia y un BNIR pasan como una exhalación por el control croata. El teniente José Luis Monterde se arriesga y entra con los dos. La zona donde se encuentra el herido es la peor de Mostar. Está en el área en donde se producen los mayores bombardeos. Losjaveos disparan con todo: obuses, granadas y balas. El alto el fuego no parece afectarles.
Las primeras sonrisas
La evacuación es rápida. A las tres de la tarde el herido se encuentra en la base española de Dracevo. Las constantes vitales del teniente Muñoz están estabilizadas. "Se encuentra fuera de peligro, su vida está a salvo", afirma el teniente coronel Enrique Alonso. A última hora de la tarde le operaban para extraerle la metralla.
La emergencia se diluye poco a poco y las primeras sonrisas se dibujan en un centenar de caras. Empiezan a brotar los primeros corros. Todos quieren hablar. Cada uno es una historia. "En los controles javeos últimamente nos apuntan con sus armas", asegura un oficial. "Cuando esoocurre, nosotros les apuntamo con las nuestras; ellos dice nema problema [no hay problema] y seguimos hasta el siguiente puesto".Ésta es una guerra si reglas. Hay que inventarlas sobre la marcha. Cada día. Cambian en cada pueblo, en cada puente. Nadie lo dice abierta mente pero a todos les cuesta aguantar el músculo y no disparar. El mandato de la ONU le tiene casi prisioneros en una guerra en la que ellos comienzan a ser un poco las otras víctimas. Las de la indecisión diplomática.
Ocho blindados españoles se encontraban antes del incidente en las colinas de Mostar observando como desde una tribuna la cruenta batalla entre croatas y musulmanes. Tomando notas, como ordena el mandato de la ONU: sin poder mover un solo músculo. El teniente herido ayer eleva a cinco la cifra de militares españoles dañados durante su misión en Bosnia.
Durante los seis meses que permaneció en Bosnia-Herzego vina la Agrupación Málaga, desde octubre hasta abril, tres soldados resultaron heridos por la explosión de una mina. En esta misma Agrupación 20 soldados resultaron heridos en accidentes de tráfico.
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