El síndrome de Caín en el SPD alemán
La búsqueda de un líder que oponer a Kohl desgarra a los socialdemócratas
Fieles a su tradición cainita, los dirigentes socialdemócratas alemanes se disponen a despellejarse en el proceso de encontrar al hombre que deberá enfrentarse al canciller Helmut Kohl dentro de año y medio. De momento, el único con la ambición necesaria para embarcarse en esta aventura, el ministro presidente de Baja Sajonia, Gerhard Schröder, ha sido ya duramente criticado por atreverse a presentar su candidatura antes de que Björn Engholm anunciara su renuncia. Rudolf Scharping, que gobierna en Renania Palatinado, es el candidato preferido por la cúpula del SPD, aunque no por las bases, por lo que no está descartado que se recurra a una elección entre la militancia.
El problema del SPD ha sido siempre su propia democracia intema y el poder de que disfrutan sus barones. Ninguno de sus líderes, ni siquiera Willy Brandt o Helmut Schinidt cuando ocupaban la jefatura del Gobierno, consiguieron controlar el aparato del partido. Ahora, alejado el partido de la cancillería de Bonn desde hace ya 11 años, la situación se complica porque no parece surgir ningún primus inter pares entre los nueve jefes de Gobiernos regionales con que cuenta y la media docena de altos cargos de las ejecutivas regionales o federales que disponen de bases lo suficientemente fuertes como para apoyarles en el intento.Descartados quienes ya han sido derrotados por Kohl, unos por estar ya prácticamente retirados, como Helmut Schinidt o Hans-Joachim Vogel, y otros porque su derrota aún escuece, como Johannes Rau y Oskar Lafontaine, la lista de nombres que han surgido en los últimos días da una idea de cuál es el estado del partido. Además de Scliróder y Scharping, que encabezan todos los pronósticos, la presidenta del partido en Baviera, Renate Schmidt; la miembro de la ejecutiva federal Heidi WieczorekZeul; el líder del grupo parlamentario en el Bundestag, HansUlrich Klose, entre otros, han sido sugeridos para el puesto y, en algún caso, como el de la Schinidt, se han ofrecido.
Tal abundancia de candidatos, unida a la sensación de que la carrera contrarreloj de las elecciones ya ha empezado, ha llevado al partido a insinuar soluciones extraordinarias, como es la de poner a votación el puesto entre las bases del partido. Pese a la heterodoxia de esta solución, el propio Rau, actualmente presidente del partido hasta el próximo congreso, ya ha admitido que, por lo menos, se hará un sondeo entre las bases. Las primeras encuestas sobre este colectivo de poco más de 900.000 miembros colocan a Schr6der en primer lugar, con casi un 20%, seguido de Scharping, con un escaso 9%, y otorgan procentajes mucho menores a los demás candidatos.
La opción de las mujeres, sin embargo, no debe descartarse. Renate Sclimidt y Heidi Wieczorek-Zeul han anunciado ya la creación de un equipo; la primera se convertiría en candidata a la cancillería, y la segunda se haría con la presidencia del pártido. "Uno debe imaginarse lo inimaginable% dijo recientemente
Schinidt en una entrevista, %por qué no puede haber dos mujeres en la cabeza del partido después de tener hombres allí durante todo este tiempo?".
Dos personajes opuestos
Pero al margen de esta posibilidad, el candidato debe estar entre Scharping y Schr8der, dos personajes radicalmente opuestos. El primero forma parte del ala derecha socialdemócrata, como lo demostró tras ganar las elecciones en Renania Palatinado y renunciar a formar coalición con Los Verdes prefieriendo a los liberales (FDP). A sus 45 años, se le considera como el último nieto de Willy Brandt. Este hombre alto, de barba florida y ojos penetrantes, fue la última persona ajena a la familia que vio vivo a Brandt en su chalé de Unkel, pocos días antes de morir. Su eclosión política ha sido muy rápida, y a su favor cuenta la suposición de que su escaso tiempo en el poder le hace limpio de toda culpa.Scliróder, de 49 años, es todo lo contrario. Gobierna en Hannover en coalición con Los Verdes y ya ha indicado que llevará este modelo a Bonn si llega a la cancillería. De facciones duras, es un hombre de origen humilde que se ha hecho a sí mismo. Hace unos meses, cuando ya la estrella de Engholin se apagaba y la evidencia de sus mentiras era innegable, empezó su campana con constantes apariciones en la prensa y con críticas nada veladas contra el hombre al que ahora pretende sustituir.
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