"En una sociedad equilibrada debería supeditarse la economía a la ecología"
Susan George está convencida de que: "la deuda externa ya no es una crisis, sino un cáncer". Así lo explica en sus obras, y en la conferencia que dio recientemente en Barcelona, en la Fundación Alfonso Carlos Comín, sobre Liberalismo económico, marginación del Tercer Mundo y de la naturaleza. George vino a España invitada por la organización humanitaria Intermón.Pregunta. Usted mantiene que la relación actual de prioridad de la economía sobre la ecología es errónea.
Respuesta. En una sociedad equilibrada, debería supeditarse la economía a la ecología. Ambas palabras tiene la misma raíz griega, ecos, que significa casa. Pero mientras el logos establece límites al comportamiento, bajo el nomos, que se rige por los beneficios, se comercia con los niños y los órganos vitales, se crean patentes de la vida y se da prioridad planes a corto plazo y de rápidos beneficios, que son la causa principal de la desforestación.
P. ¿De dónde surgirá el cambio del modelo económico imperante?
R. No vendrá de las élites políticas y financieras, sino de la clase media y de los más desprovistos, que representan dos tercios de la población mundial y a quienes el sistema liberal da la espalda porque no necesita ni su trabajo ni sus gastos. La deuda está acelerando este peligroso proceso de exclusión. La solidaridad con el Sur debe aumentar por nuestro propio interés y no sólo por una cuestión de justicia.
P. ¿Qué papel deben jugar las organizaciones no gubernamentales ecologistas y de ayuda al desarrollo?
R. Su papel es indispensable, pero los propios políticos se están empezando a dar cuenta de las consecuencias del deterioro medioambiental.
P. ¿Cuántas personas mal alimentadas hay ahora en el mundo?
R. Cerca de 800 millones.
P. ¿Qué medidas podrían ser eficaces en la lucha contra el hambre en el Tercer Mundo?
R. Desaparecer de su camino, estimular la autosuficiencia para romper su dependencia alimentaria y eliminar la deuda externa, que impide que en los presupuestos estatales tengan prioridad los campesinos y recorta los beneficios sociales. Pero esto es una utopía. Es como afirmar que el próximo invierno debe ser cálido para que los vagabundos no sufran.
P. ¿No es viable la cancelación de la deuda?
R. La deuda no sólo no va a desaparecer, sino que aumentará cada año. En la actualidad es dos tercios mayor de lo que era en 1982 para todo el Tercer Mundo, y en Africa ha aumentado más del doble. El verdadero problema es que políticamente presenta múltiples ventajas. Estados Unidos recompensó a Egipto su apoyo en la guerra del Golfo, reduciendo el 25% de su deuda.
P. Desde 1982 hasta 1990, los países deudores remitieron a sus acreedores del Norte 12.450 millones de dólares al mes, de los cuales 6.500 eran intereses. Usted mantiene que estos ingresos, lejos de beneficiar a los ciudadanos del Norte, les han costado caro. ¿Podría explicar esto?
R. El objetivo de mi libro, El bumerán de la deuda, es mostrar cómo la deuda externa tiene un efecto bumerán que golpea al Norte de seis formas distintas: deterioro medioambiental, expansión de la economía de la droga, pérdida de trabajos y mercados, aumento de la inmigración, conflictos bélicos y coste económico para los contribuyentes. A España, en concreto, le van a afectar fuertemente los problemas de narcotráfico, la inmigración y el desempleo.
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