Balladur presenta un plan para atajar el déficit con una subida de impuestos y un recorte del gasto social
JAVIER VALENZUELA, Edouard Balladur presentó ayer a los franceses "la dolorosa", una elevada factura económica y social que el primer ministro atribuyó a la herencia que ha recibido de los gobiernos socialistas. Los hogares, que tendrán que pagar más impuestos y verán reducidas sus ventajas sociales, sufrirán lo esencial de las medidas de saneamiento de los déficits públicos anunciadas por Balladur. El primer ministro también desveló su proyecto de autonomía del Banco de Francia y un programa de relanzamiento de la economía basado en el apoyo a la construcción de viviendas.
François Mitterrand, el único socialista incrustado en la cúpula de las instituciones francesas, festejó ayer el 12 aniversario de su llegada al Elíseo. Ese mismo día, el gaullista Balladur, tras una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros presidida por el propio Mitterrand, presentó sus medidas para luchar contra los déficits, relanzar la economía y otorgar una amplia autonomía al Banco de Francia.Balladur había preparado a la opinión pública a la dureza de las medidas. Desde que, a finales del pasado marzo, llegó a Matignon ha venido repitiendo que ha encontrado a Francia en "la peor situación económica desde la II Guerra Mundial", y ha apoyado su tesis en una auditoría que revela la existencia de graves déficits en las cuentas públicas.
Con las medidas presentadas ayer, el primer ministro intenta hacer el siguiente malabarismo: practicar la austeridad sin frenar aún más la alicaída actividad económica, preservando al mismo tiempo una moneda fuerte. Una primera lectura del plan permite afirmar que, para Balladur, la austeridad es el elemento más importante de la ecuación. A través de un incremento de la presión fiscal y una reducción de las ventajas sociales, Balladur pretende obtener de los hogares franceses unos 70.000 millones de francos, mientras que él inyecta en la economía unos 20.000 millones.
Más contribución social
El plan comienza atacando los déficits de los presupuestos generales del Estado y la seguridad social. El Estado francés incrementa su presión fiscal a través de una importante subida de la Contribución Social Generalizada (CGS), un suplemento del impuesto sobre la renta establecido en 1990 por el socialista Michel Rocard. A partir del próximo 1 de julio, los franceses pagarán en concepto de CGS el 2,4% de sus rentas, en vez del 1,1% actual. También suben los impuestos que pesan sobre las bebidas alcohólicas y, más importante todavía, sobre todos los combustibles derivados del petróleo.
Balladur no efectúa espectaculares recortes en la partida de gastos del presupuesto para 1993, sino que adopta el ahorro de 15.000 millones de francos decidido, en sus últimos momentos de existencia, por el Gobierno de Pierre Bérégovoy.
Las ventajas sociales de los franceses salen perdedoras en este plan. Balladur desea en 1994 una reducción de 25.000 millones de francos en los gastos de la sanidad pública. Para ello incrementa la cantidad mínima que los ciudadanos deben pagar por su hospitalización y disminuye las devoluciones que éstos reciben de la Seguridad Social por determinadas cuidados y medicamentos. Es el plan de urgencia número 11 que se ha presentado para la Seguridad Social francesa en los últimos 16 años.
Se endurece asimismo el sistema de pensiones de jubilación. El tiempo de cotización necesario para cobrar una pensión completa pasa de 150 a 160 trimestres. El cálculo de la pensión ya no se hará a partir de los diez mejores años de actividad profesional, sino de un periodo más largo.
La izquierda protestó ayer mismo contra el programa del primer ministro. Jean Glavany, portavoz del Partido Socialista (PS), advirtió que las medidas adoptadas por Balladur pueden contribuir a "agravar la recesión". "Al primar la reducción del déficit", dijo Glavany, "Balladur acepta el considerable riesgo de asfixiar al enfermo y pasar de un crecimiento nulo a un crecimiento negativo de uno o dos puntos".
Todas las confederaciones sindicales denunciaron que los más pobres serán las principales víctimas de las medidas. "Los asalariados, los jubilados y los parados van a pagar la mayor parte de la factura", dijo Louis Viannet, secretario general de la CGT. Esta central procomunista CGT convocó una jornada de huelgas y manifestaciones el próximo 27 de mayo.
Para compensar la parte restrictiva del plan, Balladur ha propuesto una serie de medidas destinadas a relanzar la actividad. El primer ministro propone una serie de ayudas a la construcción de viviendas, la agricultura y las pequeñas y medianas empresas.
El punto fuerte del plan de relanzamiento está basado en el impulso que pretende dar a la vivienda, un sector que perdió 30.000 empleos en 1992 y puede perder otros 50.000 este año.
Balladur va a consagrar unos 5.500 millones de francos a esa tarea, unos 3.500 en forma de ayudas fiscales y unos 2.000 millones en forma de inversiones directas.
Banco de Francia
El proyecto de ley de reforma de los estatutos de independencia del Banco de Francia de Edouard Balladur otorga a ese organismo una menor libertad de maniobra que la anunciada por el centro derecha durante la campaña electoral,
El objetivo sigue siendo el mismo: convertir al Banco de Francia en el "único responsable y garante" de todo lo relativo a la cantidad de moneda en Circulación y la fijación de los tipos de interés. Siguiendo el ejemplo alemán, el valor del franco será decidido por expertos independientes del poder político.
"El Banco de Francia", dice el proyecto presentado por Balladur, "determina y ejecuta la política monetaria, con el objetivo de asegurar la estabilidad de la moneda". Este organismo "ayuda a la política económica general del Gobierno, siempre y cuando ésta no perjudique el objetivo fundamental de la estabilidad de los precios".
Para ello se crea una nueva instancia: el Consejo de Política Monetaria. Los miembros de este consejo más un representante del Gobierno y otro del personal del Banco, ejercen las funciones de consejo de administración del Banco de Francia. El Estado sigue siendo responsable de los movimientos del instituto en todo lo que no sea política cambiaria. Balladur confía en que la reforma reciba la aprobación de los medios financieros internacionales, y en primer lugar de las autoridades monetarias alemanas.
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