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Sade llenó de pasión y lujo el frío Palacio de Deportes de Madrid

4.000 perrsonas asistieron al único concierto en España de la cantante anglonigeriana

Ahora desde Londres, nuevo lugar de residencia de la mujer de ébano,, y después de un silencio de casi cuatro años, ha vuelto Sade con sus rieles y compenetrados compañeros de banda. Paul S. Denman., al bajo; Andrew Hale, teclados; Stuart Mathewman, guitarras y saxo, coautores de la banda sonora de los sueños Musicales de Sade, la acompañaron de nuevo, junto a Gordon Hunte, a la guitarra; Trevor Murrell, a la batería; Karl Vanden Bosseche, con la percusión, y Rick Brown, con la trompeta y los coros.Las influencias de Sade Adu quedan patentes en esa mezcla de ritmo y melodía aprendidas de solistas como Peggy Lee, Julie London, Astrud Gilberto y, por supuesto, Nina Simone; una mezcla que empapada de las raíces africanas que corren por sus canciones, hace de ella una compositora e intérprete definitiva.

El frío Palacio de Deportes albergó una de las noches más elegantes que han pasado por su escenario. Elegancia y lujo entre las luces y las sombras de un decorado de sutil austeridad, compañero perfecto para una música que podría haber resultado gélida en tan extraño entorno. Taboo abrió la noche de las dulces, tristes y susurrantes historias de amor y desamor de las que Sade habla desde todos sus temas; un público cercano a las 4.000 personas, excepcionalmente ordenado y obligado a permanecer sentado, recibió con pasión a una mujer que apareció sobre el escenario con un vestido blanco y entallado de lentejuelas y con el que recorrió entre brillos el recital.

La distancia impuesta por alguien que no sabe que la música de Sade también invita a bailar y que debió de sorprenderse ante la rebelión, fue rota por un público que a los cuatro temas no resistió el imán y bajó en masa al borde del escenario, zona extrañamente reservada para los invitados. Y a partir de ahí, la noche fue in crescendo con Sade y una banda que consiguió, en un acto caso heroico, un sonido impecable, cercano e intenso. Love de luxe fue un pequeño bocado entre temas tan carismáticos como Your love is king, Cherry pie, Nothing can come, Hang on, Cherish o Smooth operator.

En la noche de Sade el detalle se transformó en motivo, la dulzura en sensualidad, la distancia en calidez; los instrumentos se carnalizaron y la voz de viento de Sade se extendió como una fragancia que hipnotizó al ritmo cadencioso de sus movimientos.

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