A voltereta por corrida

JUAN MORA, El pasado más reciente de Ricardo Ortiz responde al perfil clásico de quien empieza abriéndose camino a bocados: el año pasado sufrió 28 volteretas en 34 corridas. Cuatro veces ha sido corneado, aunque dice que, de verdad, sólo una. Sin embargo, no fue el hambre lo que le condujo a asumir riesgos temerarios, sino la afición que le inculcó su padre, Manolo Ortiz, componente de la cuadrilla del arte.

"Los toreros se tienen que poner donde cogen los toros", dice Ricardo. No le preocupa saber que, estadísticamente, tiene muchas posibilidades de salir volteado cada tarde: "Voy a la plaza para que no me cojan, pero también mentalizado para ello. Si ocurre, ya me soltará el toro".Este año, para su suerte, la estadística se ha roto. Porque tenía que haber sufrido ya 2,4 volteretas y no ha sido así. Lleva tres corridas y ningún revolcón. "Quizá toree más tranquilo. Las cornadas son algo que tienen que llegar forzosamente y cuanto antes, mejor. Quizá haya pasado todas. Desde luego prefiero que sean ahora y no más tarde".

Tres de las que ha tenido han sido dramáticas: una fue en la boca, otra le rompió la bolsa testicular y la tercera, laque él considera como la única, le llegó hasta el riñón a través del abdomen y también, por otra trayectoria, se abrió camino por el interior del muslo.

Tantos percances no son producto de un toreo tremendista sino, como dice, "de torear donde hay que hacerlo y muy despacio". Es así como entiende el toreo, según se lo explicó su padre, que va en su propia cuadrilla: "Me dijo que lo importante es creer en lo que tú haces, sentirlo, y he comprobado que esa es también la mejor manera de llegar al público".

Ricardo Ortiz ya toreó en Las Ventas esta temporada y ello le sirvió, dice, para romper el hielo con la afición: "Es un público que reconoce las cosas bien hechas y que se muestra muy exigente cuando se hacen mal". Aquella tarde no tuvo suerte: "Más que toreros parecíamos enfermeros levantando toros del suelo".

Para hoy espera un resultado distinto porque le gustan la ganadería. Los novillos los verá en el sorteo, rompiendo la costumbre de los toreros, que no los quieren tener delante hasta que salgan a la plaza. "Cuando iba de chaval a los sorteos, veía cómo los banderilleros engañaban a sus maestros y luego éstos se pegaban el susto en el ruedo. Yo prefiero saber lo que me espera".

Ricardo Ortiz tiene previsto trasladarse directamente del aeropuerto a la plaza para acudir al sorteo pues, rompiendo también otra tradición, viajará desde Málaga en avión: "Es más descansado. Prefiero dormir en casa y llegar hoy mismo. La cuadrilla, con mi padre, viajó ayer en coche".