Balladur aplaza su política de saneamiento en señal de respeto
Profundamente "conmocionado" por el suicidio de su predecesor en Matignon, Edouard Balladur anunció ayer que aplaza la presentación de la auditoría sobre la situación social y económica de Francia y el consiguiente plan de medidas para combatir el déficit presupuestario y los agujeros en los sistemas de protección social. Esa auditoría y esas medidas están basadas en un diagnóstico muy negativo del estado en que Bérégovoy dejó Francia. "No pensábamos que la situación estaba tan degradada", dijo hace unos días Balladur.La derecha estaba sinceramente apesadumbrada por el suicidio de Bérégovoy. Los socialistas añadían la indignación a ese sentimiento. El único socialista que anoche no se había pronunciado era el presidente Franiçois Mitterrand, del que Bérégovoy fue fiel colaborador durante dos décadas.
Pierre Mauroy declaró que a Bérégovoy le habían afectado más las "exageradas críticas a su gestión económica" del actual Gobierno de centro-derecha que "los ataques personales de que había sido objeto por el asunto del préstamo". Jacques Delors creía también que a Bérégovoy le habían dolido mucho "las exageradas descripciones de sus sucesores sobre el estado supuestamente lamentable de la economía francesa". Bérégovoy, recordó, les legó "una de las monedas más fuertes del mundo".
Prudencia
Derecha e izquierda se reconciliaban a la hora de exigir a la prensa una mayor prudencia. "Que esta tragedia sirva para que cesen los ataques contra la vida privada de los políticos", pidió el centrista Raymond Barre. 'Tos políticos", dijo el comunista Georges Marchais, "son también personas, con la afectividad y la vulnerabilidad que eso implica".El ex primer ministro Bérégovoy murió a las 22.15 del sábado, cuando era trasladado en helicóptero desde Nevers, localidad de la que era alcalde, hasta un hospital militar parisiense. Había pasado el Primero de Mayo de modo aparentemente normal recibiól a los sindicalistas de Nevers y asistió a la salida de una carrera ciclista popular. Mediada la tarde, dijo a su chófer y a su guardaespaldas que quería dar un paseo en solitario por las orillas de un canal cercano. Le condujeron en coche allí y le dejaron solo.
En algun momento de la tarde, Bérégovoy se había apoderado de la pistola de su guardaespaldas, que éste había dejado en la guantera del coche, y con ella se pegó un tiro.
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