Amato y la resistencia del PDS complicaron la crisis
El nuevo Gobierno italiano, que entraría en funciones tras el juramento previsto para las nueve de la mañana de hoy, exactamente 10 meses y un día después de la inauguración del Gabinete saliente que dirigía el socialista Giuliano Amato, nació pasadas las diez de la noche con un retraso de dos confusas horas.Ese retraso se debió en buena medida a la situación creada por el propio Amato con su negativa a asumir la cartera de Asuntos Exteriores que Ciampi le había ofrecido. Amato manifestó su indisponibiliad -por respeto al país y a sí mismo, dijo- ayer por la mañana. Y su rechazo, como el que Mario Segni manifestó la víspera a asumir la vicepresidencia, supuso una negativa directa al presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, quien, como gestor último de la crisis, había sugerido personalmente a Ciampi estos dos nombramientos.
Claridad
Segni fue bastante claro al razonar su rechazo que, señaló, habría constituido un acatamiento implícito del veto democristiano a su propia candidatura para la presidencia del Gobierno, así como un gesto políticamente ambiguo de asociación a un Gabinete que no representa claramente "lo nuevo". Amato, más conciso, dijo que la decisión le había sido aconsejada por colegas y familiares. Cabe recordar que, el pasado 30 de marzo, anunció formalmente en el Parlamento que se retiraría de la política en cuanto cesara como primer ministro. Hombre con imagen de serio e integro, Amato parece ahora dispuesto a hacer honor a aquel compromiso.
Pero la negativa de Amato planteó un grave problema de sustitución en una cartera básica. Ciampi anunció públicamente que, a las ocho de la tarde, presentaría su Gobierno a Scalfaro. Minutos antes de las ocho, Beniamino Andreatta, el nuevo ministro de Exteriores, aún discutía con su líder, Mino Martinazzoli, sus escasos deseos de dejar los Presupuestos por esa otra cartera.
Por otra parte, también al filo de las ocho, el líder del PDS, Achille Occhetto, exigió a Ciampi nuevas explicaciones antes de autorizar que sus hombres se incorporaran al Gabinete. El resultado fue que el gobernador del Banco de Italia no pudo presentarse hasta las 22.00 horas ante Scalfaro, quien le esperaba en su despacho, enfermo de laringitis. Durante esas dos horas de espera, el barco de Ciampi pareció hacer agua.
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