Yeltsin advierte a los serbios de Bosnia que no cuenten con la protección de Rusia

El presidente ruso, Borís Yeltsin, despejó ayer las dudas sobre la posición de su país en el conflicto de Bosnia-Herzegovina al subrayar en una declaración oficial que "la Federación Rusa no va a proteger a los que se enfrentan a la comunidad internacional", es decir, a los serbios de Bosnia que han rechazado de nuevo las propuestas de paz de los mediadores internacionales, Cyrus Vance y David Owen.

Sólo dos días después de su victoria en las urnas, que en alguna medida le libera de las presiones proserbias que el Parlamentó sigue ejerciendo, Yeltsin insistió en que no, hay alternativas al plan de Paz de Vance y Owen. Señaló la necesidad de que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad mantengan "la necesaria unidad" y subrayó que "ya es tiempo de tomar medidas decisivas para poner fin al conflicto".Esta última apelación fue dejada en la ambigüedad en la declaración de Yeltsin, pero el portavoz oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores, Serguéi Yastrzhembski, se encargó de precisar que la oposición a acciones armadas de las fuerzas internacionales se mantenía. "La introducción de un componente militar internacional", dijo, "podría empeorar la situación, creando las condiciones para que el conflicto desbordara de sus fronteras actuales, con consecuencias difíciles de predecir".

El Parlamento ruso también abordó ayer el conflicto yugoslavo y se mostró, como cabía esperar, aún más opuesto al uso de la fuerza. El presidente del Comité de Asuntos Exteriores, Yevgueni Ambartsúmov, señaló que "la intervención armada internacional conlleva el peligro de una nueva guerra europea" al presentar las conclusiones de una comisión parlamentaria que acababa de visitar distintas repúblicas de la que fuera Yugoslavia.

Indeseable e inaceptable

Para Ambartsúmov, un hombre que apoyó la continuidad de Yeltsin en los momentos críticos del mes pasado a pesar de situarse en posiciones más moderadas "un ataque armado no sólo es indeseable, es también inaceptable". Los parlamentarios rusos siguen- insistiendo en que no es posible acusar exclusivamente a los serbios de la actual situación "Todas las partes que intervienen en la guerra son responsables del conflicto", aseguró Ambartsúmov.

Gueorgui Kondrátiev, viceministro de Defensa, también subrayó ayer, antes de partir hacia Bruselas para participar en la reunión de hoy del Consejo Atlántico, que la posición de su ministerio seguía siendo la de resolver el conflicto por medios pacíficos. "No hemos cambiado de opinión", declaró.

El histórico interés de Rusia por los Balcanes la llevó a enviar soldados a la zona como parte de los primeros contingentes de cascos azules. Ese mismo interés ha llevado a las fuerzas nacionalistas rusas más conservadoras, con el apoyo de los comunistas, a exigir un claro alineamiento con sus tradicionales aliados en la zona, los serbios, eslavos y ortodoxos como los rusos. Algunos grupos de soldados desocupados se han desplazado para luchar junto a los serbios a cambio de salarios mejores que en Rusia y Nikolai Pávlov, vicepresidente del Parlamento y líder del ultranacionalista Frente de Salvación Nacional advirtió ayer que una acción militar contra Serbia podría provocar represalias contra los occidentales que viven en Rusia.

La incómoda posición en que sitúa el conflicto bosnio a Rusia y la presión nacionalista, especialmente intensa en la etapa que. precedió a la convocatoria del referéndum, motivaron que la diplomacia de Moscú hiciera notables esfuerzos por posponer al máximo la entrada en vigor del nuevo paquete de sanciones contra Serbia y desarrollara en las últimas semanas una intensa actividad para tratar de forzar un acuerdo.

En esta línea, el portavoz de Asuntos Exteriores insistió en que los esfuerzos, tanto internacionales como bilaterales, debían seguir concentrándose en la resolución pacífica del conflicto de los Balcanes.