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Belgrado culpa al embargo de las desgracias del país

El embargo comercial, financiero, petrolero, científico y deportivo contra la llamada nueva Yugoslavia (Serbia y Montenegro) aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU hace 11 meses no dió los resultados esperados: la guerra en Bosnia continúa y el régimen de Belgrado, artífice de la política bélica serbia, sigue en el poder.El aislamiento de la comunidad internacional ha servido al Gobierno para justificar su incompetencia y el colapso económico, que comenzó años antes del embargo. Nadie se atreve, sin embargo, a cuestionar "la defensa de los intereses serbios" concebida como la creación de dos Estados serbios nuevos: Krajina y la república serbia en Bosnia.

La producción industrial ha caído en más de un 70% en algunos sectores y el paro abierto y encubierto ha alcanzado un 60%. Sin embargo, la mayoría de los obreros en vacaciónesforzosas, eufemismo utilizado para el despido, recibe un salario del Estado. Los yugoslavos han podido calentarse, conducir sus coches o comprar los artículos de higiene gracias al mercado negro y la proliferación de las empresas privadas de dudoso capital. Entre un 60% y un 80% de los beneficios del sector privado derivan de los negocios ilícitos, señala Petar Pav1ovic, del Instituto Económico en Belgrado. "Si el embargo continúa, todo el sector privado se integraría a la economía gris".

Reino de la mafia

Sin los criminales ni la mafia, que ha penetrado en todos los niveles económicos -desde los grandes traficantes de petróleo hasta los pequeños vendedores callejeros de detergente, tabaco, pilas y otros productos de contrabando- el Estado no hubiera podido soportar las consecuencias de las sanciones.

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La omnipotente televisión serbia, que despidió a más de 1.600 periodistas y técnicos por motivos políticos, alimenta la ilusión de que los serbios pueden resistir, minimizando las dificultades económicas del país, que sólo tiene 500 millones de dólares en el tesoro público. Las imágenes de los pueblos serbios quemados en Bosnia, de los cuerpos mutilados o los testimonios de los presos de guerra torturados con las llagas abiertas justifican la lucha serbia en Bosnia e indirectamente el empobrecimiento de la población en Serbia, "que paga el precio por ser serbia y querer defender su dignidad.

Las noticias de la BBC (radio británica), transmitidas pasada la media noche en inglés, o los reportajes de los periódicos con poquísima tirada ofrecen otra versión de la carnicería bosnia, pero alcanzan a pocas personas. "El mundo no quiere saber nuestra verdad", repiten diariamente los políticos y los locutores en la televisión.

La impotencia o la incapacidad de la oposición de ofrecer un programa político alternativo les resta impacto en la opinión pública. Sólo partidos pequeños, tachados de traidores, se atreven a decir que el líder serbio en Bosnia, Radovan Karadzic, debería firmar el plan de paz y evitar el endurecimiento de las sanciones, previstas para el próximo lunes.

El éxodo de los profesionales e intelectuales de Serbia, en ausencia de cualquier perspectiva o por la disconformidad con la guerra, ha alcanzado cifras alarmantes. El Partido Socialista Serbio aprovecha su dominio para efectuar purgas étnicas y políticas en hospitales, museos y centros educativos. "La calidad de la enseñanza en nuestras facultades se ha deteriorado tanto que me pregunto si nuestro diploma tiene validez", dice Zoran Lucic, decano de la Facultad de Matemáticas. Los estudiantes de Belgrado formularon su visión del futuro en un lema: "Samo da maturiram pa da emigriram (apenas me gradúe, emigro)". El problema de las sanciones, afirma Marko Ste1jic, director del banco estatal Jugobanka, "es que no afectan al poder, pero el pueblo termina pasando hambre".

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