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Entrevista:

"Me da mucho miedo el poder destructivo de la religión"

Luis de Sebastián (Burgos, 1934) tiene "mucho miedo al poder destructivo de la religión". Ex jesuita (1951-1980) y profesor de la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (ESADE) de Barcelona, denuncia la perversidad de la ética religiosa en torno a la inmortalidad. Somos "despiadados y salvajes" en la guerra porque, para los creyentes, tras la muerte hay la recompensa de una nueva vida. De Sebastián acaba de publicar el libro Mundo rico, mundo pobre en la editorial Sal Terrae.

Luis de Sebastián fue vicerrector de la Universidad Centroamericana de El Salvador (1976-1980), donde fue asesinado el jesuita Ignacio Ellacuría. Los estragos que produce la violencia no le son ajenos.

Pregunta. Cinco niños y dos mujeres mueren aplastados en la desesperada huida de la asediada Srebrenica. Suspendida la evacuación del enclave musulmán hasta que los cascos azules garanticen el orden. ¿Qué sentimientos le provocan estos titulares de prensa?

Respuesta. Siento una terrible vergüenza de ser europeo y de ver lo que está sucediendo ante nuestros ojos. Me imagino que el miedo a comenzar una guerra como se hizo en 1914 en Sarajevo nos está frenando a los europeos. Me temo que también nos frena la posición de Rusia, que. está apoyando a Serbia. Quizá, en última instancia, intervenir allí sería enfrentarse con Rusia. Sea por lo que sea, la verdad es que es terrible que esté sucediendo esa tragedia allí y que no se pueda hacer más. Me da miedo también el problema de los nacionalismos y el poder destructivo de la religión, que es un poder ambivalente.

P. Lo religioso como banderín de enganche para independencias...

R. La religión es una fuerza muy poderosa, y los que llevan los ejércitos necesitan estímulos poderosos para sus tropas. Si los generales pueden movilizar a los dioses para empujar y motivar a sus soldados, pues lo hacen. Lo han hecho siempre. Me da mucho miedo el poder destructivo de la religión; es el fanatismo aquel de creerse en definitiva indestructible. Un soldado que muere tiene la otra vida, tiene la recompensa; en definitiva, es alguien indestructible. Y en la guerra, una persona que se cree indestructible es temible.

P. ¿Qué propone?

R. Yo creo que a veces tendríamos que insistir más en la mortalidad de la naturaleza humana, en que realmente nuestro tipo de vida, o la forma de vida que tenemos ahora, se acaba. Dicen que va a haber otra vida, otra forma de vida.

Tendríamos que basarnos más en la mortalidad de la presente forma de existencia. Todos somos mortales; la guerra nos mata y acaba nuestra vida. Yo creo que si construyéramos una ética basada en la mortalidad seríamos mejores unos con otros. Ahora tenemos una ética basada en la inmortalidad y nos hace despiadados y salvajes, porque no tenemos miedo a morir.

P. Otro titular: Major y Thatcher, citados a declarar por la venta ilegal de armas a Irak.

R. Me parece muy bien. Pero tendrían que ir todos los jefes de Gobierno de aquella época, porque en la guerra de Irán-Irak vendió armas todo el mundo, los nuestros incluidos. Ha sido una guerra que fue un negocio para todas las industrias armamentísticas del mundo. Armas que, además, van al Tercer Mundo.

P. Lo que usted llama la violentización del Tercer Mundo.

R. Sí. El Tercer Mundo es violento, pero nosotros le hemos violentizado más, porque lo hemos armado más.

P. El censo de pobres aumenta.

R. Vengo de Rusia, donde un chófer me decía que, desde la llegada del capitalismo, hay más pobres. El capitalismo, comparado con el socialismo, va a generar un tipo de pobreza que desconocen. Empieza a haber indigentes. Esta gente está descubriendo lo que es obvio.

P. El capitalismo duro.

R. Ahora es muy salvaje, es puramente especulativo, está en la fase peor del capitalismo. La gente que se está forrando está encantada con el capitalismo. El capitalismo no es capaz de hacer lo que promete; los ideales del Estado de bienestar, que están en la Constitución: el derecho de todos los españoles a trabajar y la economía de mercado. Es decir, estamos suponiendo en la Constitución que la economía de mercado es capaz de asegurar el derecho al trabajo de todos los españoles, cosa que es muy dudosa. Con lo cual, en algún momento va a haber que cambiar alguno de los dos artículos, porque al paso que vamos no vamos a ver el pleno empleo que había en los años sesenta. El sistema no da para más; no da trabajo a toda la gente y no puede solucionar el problema de la pobreza. Al contrario, lo está agudizando.

P. La pobreza genera inestabilidad y violencia, y emigración que usted llama solución zoológica al subdesarrollo. El Norte se siente entonces amenazado por el Sur.

R. Hay miedo a que nos salpiquen sus luchas. Supón que empezaran a traer sus luchas a nuestro país, como ocurrió en los tiempos de la guerra de Argelia. Es la idea de la serpiente del paraíso; echar la culpa al otro, al extranjero. Ésta es una filosofía peligrosísima, porque lleva a la caza de serpientes, a decir: vamos a acabar con el extranjero, con la tentación.

P. Son los brotes de racismo, racismo contra el pobre.

R. Al rico, por minoritario, se le siente como una amenaza.

P. Usted recuerda que Ignacio Ellacuría abogaba por una "cultura de la pobreza" para reducir el consumo. ¿Qué ha de entenderse por esa cultura que usted llama de la austeridad?

R. Ésta es la herencia espiritual de Ignacio Ellacuría. Nos decía: "Con este ritmo de consumo, ni ustedes son felices ni hacen posible la felicidad en el resto del mundo. No se puede seguir consumiendo de esta manera, primero por la felicidad de ustedes, y luego, porque estamos consumiendo tal cantidad de recursos y a una velocidad tan acelerada que no dejamos para los dernás". Esto de Ellacuría se podía reforzar en argumentos ecológicos, que él solo menciona. El consumo de oxígeno, el daño a la biosfera, es tremendo. Eso se lo estamos quitando a los pobres, y les echamos la responsabilidad de que conserven la naturaleza.

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