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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Filesa y la unidad del PSOE

HACE DOS años, cuando estalló el caso Filesa, las dimisiones de Guillermo Galeote y Carlos Navarro, responsables de finanzas del PSOE y de su grupo parlamentario, respectivamente, habrían sido un gesto demostrativo de la voluntad de la dirección socialista de luchar contra la corrupción política. Tales dimisiones tienen hoy poco valor. Llegan a destiempo y producen una inevitable sensación de búsqueda de equilibrios internos no explicada suficientemente a la opinión pública. En lo que se refiere a la crisis abierta por el escándalo Filesa, la ejecutiva del PSOE ha seguido la ley del mínimo daño, atendiendo a la paz interna más que a las exigencias sociales de clarificación. El plan presentado por González a favor de la transparencia en la financiación del PSOE es enormemente válido para el futuro, pero no cumple las expectativas despertadas por él mismo en los días precedentes en relación a Filesa. Las responsabilidades políticas que según el propio González debía asumir el partido por este escándalo han quedado reducidas a un nivel tan mínimo por el momento -a la espera de la decisión judicial- que difícilmente pueden cerrar la crisis. Para ese viaje no se necesitaba una reunión extraordinaria de la cúpula del PSOE, que ha mantenido en vilo a la opinión pública a lo largo de la Semana Santa. Otra cosa es el efecto que tal reunión haya tenido para fortalecer la autoridad de González en el PSOE.Los dirigentes socialistas, han presentado estas dirnisiones como una muestra de su cohesión interna y como la respuesta esperada por la sociedad ante el caso Filesa. Pero es dudoso que sean lo uno y lo otro. ¿En qué tesis encajan tales dimisiones: en la defendida por González en la Universidad Autónoma de Madrid, favorable a la asunción de responsabilidades políticas, al margen de las penales que puedan derivarse del asunto, o en la mantenida el mismo mismo día en León por Guerra, contraria a la admisión de cualquier responsabilidad en el partido? Las dimisiones aceptadas ayer no cuestionan en lo más fundamental la tesis guerrista sobre Filesa: se trata de dos responsables quemados y que ya habían sido discretamente apartados. Cerrar en Galeote la paternidad del tinglado económico de Filesa y sus derivados resulta a estas alturas dificil de aceptar para todos.

Admitiendo la dificultad de trazar la línea divisoria entre culpables e inocentes en el montaje de un negocio para financiar el partido, es lógico deducir que la establecida ayer por la ejecutiva del PSOE no responde a los planteamientos públicos que ha hecho el propio González en los últimos 15 días. Animados por las declaraciones de su propio secretario general, han sido muchos los dirigentes socialistas que en estas dos semanas han pedido una depuración a fondo de responsabilidades. Es difícil, que la paz lograda ayer por González borre unas heridas que la insólita carta de renuncia de Benegas exponía con crudeza. Parece claro que respecto al precio político que debía pagar la dirección del PSOE por Filesa se han impuesto las tesis más conservadoras: toda la ejecutiva es responsable; esto es, nadie lo es.

La interpretación más verosímil es que González ha tenido que ceder terreno en el caso Filesa -en el que ha vuelto a imponerse la conocida tesis de esperar la decisión de los jueces- para recuperar de una vez el control del PSOE. De ahí la asunción directa por su parte de responsabilidades organizativas celosamente reservadas hasta ahora al aparato guerrista: la estrategia electoral y la elaboración de las listas de candidatos. En este sentido, los efectos que pueda tener el caso Filesa en la batalla de poder planteada en el seno del PSOE se van a ver inmediatamente. Parece evidente que el presidente del Gobierno le ha quitado a Guerra los poderes excepcionales de los que éste gozaba por delegación en el partido, pero a cambio ha tenido que renunciar en parte a la limpieza prometida. Es decir, ha tenido que perder una batalla para ganar la guerra.

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Pero el reflejo interno de estas escaramuzas interesa menos a la sociedad, necesitada de una respuesta límpida al caso Filesa. Esta respuesta fue ayer insuficiente, quizá porque los dirigentes socialistas carecen de jurisprudencia, y hasta de usos y costumbres, sobre cómo resolver situaciones en las que el uno y el dos no están de acuerdo. La pregunta a la que los atónitos espectadores que pronto serán llamados a votar esperaban respuesta era sencilla en su formulación y complicada en su ejecución: si los líderes del PSOE asumen o no la responsabilidad política por la utilización de medios irregulares (los jueces dirán si además delictivos) de financiación del partido. La respuesta ha sido "vuelva usted mañana". Los ciudadanos pueden llegar a perdonar irregularidades, pero no que les engañen. La, ejecutiva de ayer ha puesto de manifiesto la autoridad de su secretario general para salvar la unidad interna del partido y para trabajar de aquí en adelante; pero permanece la hipoteca sobre las responsabilidades políticas de Filesa.

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