Contra la resignación
Hoy, viernes 2 de abril, los sindicatos que conforman la Confederación Europea han convocado una serie de manifestaciones y actos en favor del relanzamiento de la economía continental, conscientes de que es el método más eficaz para luchar por la creación de empleo. En igual medida, la jornada pretende mostrar la solidaridad de los trabajadores en cuestiones de derechos sociales, y contra, la xenofobia y el racismo. Es evidente que términos como "paro" o "racismo" tienen en la actualidad una preocupante vigencia y, sin duda, una relación directa. Las recientes jornadas electorales en Francia explican, desde la frialdad de los porcentajes, la influencia de la situación económica en las alternativas políticas. Cuando el proceso de Unión Europea parece entrar en una fase tortuosa y compleja, la cuestión social, en su sentido más amplio, alcanza un papel esencial para tratar de superar la actual fase recesiva. En un mundo desarrollado en el que la interinfluencia es un condicionante indiscütible, las organizacione sindicales buscan mostrar la solidaridad multinacional.Las organizaciones sindicales que integramos la Confederación Europea de Sindicatos tenemos objetivos coincidentes en la gran Jornada de Acción Europea convocada para el 2 de abril: exigir medidas de relanzamiento económico y que la lucha por el empleo se convierta en prioritaria para los poderes públicos. Es decir, algo muy distinto de lo que se practica ahora. Tras años de práctica del monetarismo, los resultados están a la vista en toda Europa. Los despidos masivos de trabajadores -en las minas, en las oficinas; en las fábricas, en el campo- se han convertido en una dolorosa realidad cotidiana en todos los países.Dentro de este panorama resalta, por su especial gravedad, la situación en España. Como señalamos en el manifiesto lanzado con esta ocasión, durante años se nos ha pretendido convencer de los éxitos enormes de la política económica que se ha venido practicando. El espejismo se ha desvanecido bruscamente. La economía está en recesión, la peseta ha sufrido dos devaluaciones y acusa una situación de debilidad, nuestro déficit comercial figura entre los más elevados del mundo. Mientras, regiones enteras de nuestro país afrontan la desertización por falta de política industrial. La realidad (le más de tres millones de parados desmiente cualquier malabarismo con las estadísticas.
Partiendo de que este marasmo no es obra de la naturaleza, sino, en gran medida, consecuencia de la política económica practicada, los sindicatos creemos que es imprescindible y posible practicar otra política.
Durante años se ha lanzado a la sociedad, de forma permanente, el mensaje de que los principales problemas de nuestra economía son los salarios de los trabajadores y la rigidez del mercado de trabajo. Ambas afirmaciones son falsas. Tienen como objetivo lanzar sobre los demás las culpas por los errores propios. Los costes laborales de España están entre los más bajos de la Europa comunitaria, si se excluye a Portugal y Grecia. Y nuestro mercado de trabajo -con tres millones de trabajadores en precario- está completamente desestructurado.
En lugar de persistir en ese tipo de medidas, cuyos malos resultados ya conocemos, los sindicatos creemos que es necesaria otra estrategia. Y que es posible sumar el esfuerzo de los hombres y mujeres de este país en torno a otros objetivos.
Primero, para relanzar la economía y crear empleo, adoptando, con carácter inmediato, medidas como la reducción sustancial de los tipos de interés, el aumento de las inversiones públicas y privadas, el planteamiento de una situación más realista de la peseta en el seno del SME y una mayor flexibilidad de los criterios de la convergencia.
Segundo, para desarrollar un diálogo social posible y fructífero que nos permita abordar cuestiones de tanta importancia y que nuestro país reclama, como la sustitución de las ordenanzas laborales, la formación continua de los trabajadores, la definición de una política industrial o la reforma de las modalidades de contratación.
En tercer lugar, para asegurar la protección social, de suerte que puedan mantenerse, como mínimo, los actuales niveles de gasto social, alterar la nefasta tendencia a fomentar la jubilación anticipada, mejorar la prestación económica por hijo a cargo, reformar la protección por desempleo y asegurar la gratuidad de la sanidad pública.
Y, por último, para avanzar en la construcción europea. Es menester poner como prioridad número uno la lucha contra el paro, adoptar medidas de relanzamiento económico que permitan un crecimiento suficiente -en tomo al 3%- para crear empleos, poner en vigor las medidas de aplicación de la Carta Social de 1989 y orientar el conjunto de las políticas comunitarias, no sólo los fondos estructurales, hacia la mayor cohesión social y económica. Nuestros' responsables políticos y nuestras autoridades exhiben una preocupante parálisis y pretenden que afrontemos la grave situación actual con un mensaje poco creíble y muy desesperanzador. Basado en la fe, la resignación y la moderación salarial. A la espera de que en el futuro alguna locomotora tire de nosotros.
No compartimos ese planteamiento y creemos, por el contrario, que la sociedad española requiere un mensaje muy distinto. Con capacidad de motivarla y movilizarla. Basada en un rotundo ¡no! a la resignación y en la necesidad de actuar solidariamente para asegurarnos un futuro mejor.
Nicolás Redondo es secretario general de la Unión General de Trabajadores.
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