_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

De Argel a Teherán

EL ALTO Comité de Estado de Argelia, el órgano supremo del poder en esta etapa transitoria que se vive en el país después de la suspensión de las elecciones y de la dimisión del presidente Chadli a finales de 1991, ha decidido el 27 de marzo cortar las relaciones diplomáticas con Irán, acusando a este país de injerencias en la vida interna argelina y, más concretamente, de apoyar a los grupos terroristas cuya actividad alcanza cada vez mayor amplitud. Al mismo tiempo, Argelia ha retirado a su embajador en Sudán por considerar que este país sirve de relevo a las actividades iraníes de apoyo al terrorismo fundamentalista. La decisión argelina de extenderinternacionalmentelasresponsabilidades sobre el movimiento terrorista no es un gesto caprichoso. Responde a una realidad sumamente preocupante y que numerosos hechos corroboran.Los dirigentes iraníes y sudaneses, entre los cuales se ha establecido una cooperación cada vez más estrecha, se dedican a fomentar y coordinar los grupos fundamentalistas en el norte de África: el Frente Islámico de Salvación (PIS) en Argelia, el movimiento En Nahda en Túnez, el Hezbolá de Líbano, la Yihad de Egipto y el Hamás palestino. Opciones políticoreligiosas que cada vez adoptan una orientación más definida hacia el empleo del terrorismo como forma de lucha. Los iraníes les ayudan a procurarse armas y entrenan a sus militantes para la guerra santa. Ciertos investigadores consideran, incluso, que fueron ramificaciones de esta internacional del terrorismo islámico las que propiciaron el atentado en Nueva York del World Trade Center, en la emblemática Manhattan.

Ciertamente, fue el Gobierno de Argel y el Ejército -al tomar la decisión de suspender las elecciones para evitar que las ganase el FIS- los que optaron por la represión como alternativa ante la pujanza popular del islamismo. Lo que existe en la actualidad en Argelia es una verdadera guerra civil, con cientos de muertos, con un terrorismo islámico que ataca a las estructuras del Estado y con un poder que, casi inevitablemente, tiende a una militarización cada vez más obvia. El Ejército es el que controla hoy el poder y no duda en aplicar métodos represivos brutales contra los islamistas.

Sin embargo, un sector del Alto Comité de Estado no quiere limitarse a una dinámica en la que sólo se responda con violencia a la violencia; un sector que no renuncia a desplegar una actividad política tendente a aislar a quienes apoyan la violencia terrorista. En ese sentido, un hecho significativo ha sido la manifestación masiva que tuvo lugar en Argel el 22 de marzo (y también en otras ciudades) para expresar la repulsa popular contra el terror. Convocada por los sindicatos y por varias organizaciones políticas, hubo en su desarrollo una explosión de sentimientos espontáneos que indican un repudio contra los grupos armados del FIS. Éste tuvo su momento de gran popularidad, pero, sin duda motivado también por la represión militar y policial, cada vez aparece más como una organización de lucha armada, lo que, a su vez, es inevitable que merme las simpatías que tenía inicialmente entre sectores que aspiran, sobre todo, a mejorar sus condiciones de vida en el ámbito de una convivencia pacífica. El atractivo que podía suponer como alternativa a un poder ejercido sin excesivo celo democrático, durante demasiado tiempo y con todas las secuelas de corruptelas e impotencia para solucionar la crisis económica, se ve disminuido por el radicalismo de su lucha.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Después de la manifestación del 22 de marzo, el Alto Comité quiere desarrollar un "diálogo nacional" con asociaciones civiles, sindicatos, partidos, excluyendo únicamente a las personas u organizaciones que apoyan los actos terroristas. En ese diálogo han participado incluso asociaciones islámicas moderadas, como En Nahda y otras, que son contrarias a la lucha armada. Sin embargo, para que ese diálogo pueda acercar al restablecimiento de un marco legal que permita la reanudación del camino electoral, es condición precisa que los derechos humanos sean respetados de manera efectiva. Ello exige un esfuerzo muy serio, pues las condiciones de una guerra civil empujan más bien a los métodos brutales. El círculo vicioso que parece describir la opción de la violencia por las dos partes sólo puede romperse desde el diálogo y la razón.

En todo caso, la ruptura de las relaciones con Irán tiene sentido, sobre todo si Argelia es capaz de demostrar con hechos que quiere crear una sociedad árabe y musulmana que escape al dilema fatídico: o la aplicación de la sharya y la negación de todo pluralismo, o una dictadura militar que responda a tiros a los sentimientos islamistas de gran parte de la población. En las raíces históricas de Argelia hay factores que deberían ayudar a un experimento de respeto verdadero de los derechos humanos. Pero hace falta que los políticos que dirigen hoy el país, aunque hayan ocupado sus cargos sin ningún refrendo democrático, demuestren una capacidad infrecuente de renovación y no recaigan en los errores del pasado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_