El zarpazo del acorralado
Los militares salvadoreños se envalentonan ante las presiones de la ONU y de EE UU
El Salvador vive momentos de fuerte tensión después de que los nombres de los responsables de los grandes crímenes cometidos durante la guerra, entre ellos el asesinato de los jesuitas españoles, salieran a la luz. El mando militar, al que pertenecen los principales asesinos, y los magistrados de la Corte Superior de Justicia, que han permitido la impunidad, se niegan a abandonar sus puestos, como les reclama la Comisión de la Verdad de la ONU. Como acorralados, han comenzado a defenderse a zarpazos.
Estados Unidos, a través de su secretario de Estado, Warren Christopher, acaba de anunciar que si los culpables de todas estas matanzas no se enfrentan a sus delitos lo tendrán que hacer entonces ante los tribunales internacionales. Y ha advertido que no tolerará una amnistía como la que hace una semana aprobó en el Parlamento el derechista partido Arena (Alianza Republicana Nacionalista) para hacer borrón y cuenta nueva sobre la sangre vertida en El Salvador.El principal arrepentido de la locura criminal desatada durante 12 años en este país centroamericano ha sido Estados Unidos, otrora encubridor, a través de sus funcionarios en El Salvador, de estos crímenes. Estados Unidos destinó durante la guerra 7.000 millones de dólares y formó a oficiales que luego se convirtieron en asesinos. Hoy todos permanecen en la cúpula militar pese a haber sido acusados.
Los militares salvadoreños están envalentonados, tal como asegura el líder socialcristiano Rubén Zamora y tienen atrapado al presidente Alfredo Cristiani, que sospechosamente calla estos días ante tanta defensa irracional y están también alineados con los sectores más extremistas del país, entre ellos aquellas personas que integraron los escuadrones de la muerte y que pudieron sortear a la justicia porque nunca les persiguió.
El Ejército, como dijo el general René Emilio Ponce, ministro de Defensa dimisionario, el miércoles en una segunda intervención televisada, ha defendido a la patria de no caer en manos del comunismo internacional, por lo que se siente orgulloso de su actuación en la guerra. Las sucesivas declaraciones de Ponce, con quien ha cerrado filas el resto de la cúpula de mando, tienen irritada a la población civil, que sin el problema militar estaría ya hoy disfrutando de una fase avanzada de la transformación de este país en democracia.
Schafik Handal, uno de los cinco comandantes del Frente Farabundo Martí, califica el momento como el más importante del proceso, porque ha sido la Comisión de la 'Verdad la que ha despertado el cambio que necesitaba el país: "La salida del poder de quienes, con su doctrina, su escuela y sus secuelas, vienen mandando desde hace 60 años en El Salvador".
Justicia corrupta
El otro gran obstáculo es la justicia, corrupta, alineada con la extrema derecha y con magistrados como el presidente de la Corte Suprema, Mauricio Gutiérrez Castro, que, desde su trinchera, ha llegado a decir: "Nos debemos a la Constitución y a las leyes de la República. Ni al poder ejecutivo ni al legislativo. El único que puede destituirnos es Dios, quitándonos la vida".La contraofensiva militar del martes y el espectáculo de los magistrados aferrándose a sus puestos han tenido efectos inmediatos entre la poderosa extrema derecha salvadoreña: descalificaciones contra los integrantes de la Comisión de la Verdad; insultos al secretario general de la ONU, Butros Gali, por parte del vicepresidente de la República, Francisco Merino, que le tildó de "mercenario apátrida"; acusaciones de injerencia extranjera a los países que, como España, velan por el cumplimiento del proceso de paz, y octavillas anónimas por todos los rincones de San Salvador recordando que los escuadrones de la muerte permanecen intactos y dispuestos a actuar en cualquier momento.
En El Salvador se está transmitiendo miedo desde los poderes públicos, especialmente desde el Ejército y un sector intransigente del partido gubernamental Arena. También confusión por parte de un presidente como Cristiani que se compromete a acatar el informe de la Comisión de la Verdad y luego permite que sus militares le contradigan en televisión e insinúen que actuaron siempre con el respaldo del Gobierno.
A Rubén Zamora le han matado ya a tres jefes de seguridad. El cuarto acaba de ser amenazado. Sin embargo, Zamora, vicepresidente de la Asamblea legislativa, más que asustado se confiesa afligido, y dice: "Estamos ante gente que cree eso de que después de mí viene el diluvio. Yo tengo una duda: o esto es la reversión del proceso de paz o es el zarpazo de la bestia herida. Prefiero creerme que es el canto del cisne y confiar en que tarde o temprano la democracia va a salir fortalecida".
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