El 'superparlamento' de Rusia decidirá hoy qué poderes deja al presidente Borís Yeltsin
Los órganos centrales del poder del Estado en la Federación Rusa se encaminaban ayer, al término de una teatral jornada de insultos mutuos, hacia un acuerdo que, de aprobarse en firme hoy, recortará los poderes de¡ presidente Borís YeItsin en favor del Parlamento y del Gobierno. Esta última institución sale reforzada con un mayor control sobre las decisiones económicas y financieras, que hasta ahora han sufrido constantes interferencias del poder Legislativo.
Éste. estado de cosas puede, sin embargo, alterarse totalmente hoy, primer día de prórroga del Congreso, en función de las enmiendas de los diputados y el trabajo de la comisión redactora. Esta comisión, que fue comparada a un cónclave papal por el embajador de Rusia en Washington, VIadimir Lukin, logró ayer el acercamiento de las irreconciliables posiciones de Yeltsin y del jefe del Parlamento, Ruslán Jasbulátov, después de que ambos, en compañía del jefe del Gobierno, Víctor Chernomirdin, se sumaran a la elaboración de un texto común.Nadie sabe, sin embargo, con qué nuevas ideas pueden aparecer hoy ante el Congreso los principales actores del drama constitucional ruso. Yeltsin llegó ayer incluso a hacer mutis por el foro después de que un diputado tratase de someterle a un voto de censura.
Por la mañana, Yeltsin se empleó a fondo para defender unas posiciones de partida que, por la noche, parecían haber sido entregadas a sus rivales. "Soy partidario de un poder presidencial fuerte en Rusia, pero no porque yo sea presidente, sino porque estoy convencido de que sin esto Rusia no sobrevivirá, no se levantará", manifestó Yeltsin, según el cual, el presidente, elegido por todos los ciudadanos, "encarna la integridad y la unidad del Estado".
Yeltsin se metió en un peligroso terreno al expresar desde la tribuna una analogía entre el proceso de desintegración seguido por la URSS y el fantasma de la eventual desintegración del Estado ruso. "¿Pueden darme garantías firmes de que mañana alguna de las repúblicas de Rusia, o incluso de las regiones y provincias, no retirará a sus diputados del Congreso o del Parlamento?", espetó a los diputados. "¿Qué harán si este proceso adquiere carácter de reacción en cadena?", dijo el presidente según el cual, las repúblicas tienen motivo para estar irritadas con el Congreso.
Un murmullo de asombro recorrió el Gran Palacio del Kremlin cuando Yeltsin, tras afirmar que los representantes del poder no tienen medios para frenar a las repúblicas, exclamó: "Estoy firmemente convencido de que si [Mijaíl] Gorbachov se hubiera sometido a una elección popular en su momento y no a la elección de 2.000 diputados hubiera sido un verdadero presidente de un gran país y la URSS continuaría existiendo".
Jasbulátov se excitó ayer sobremanera y, colocándose a sí mismo y al Parlamento en posición de víctimas -"trabajando día y noche como condenados", llegó a decir-, acusó de falta de sinceridad a Yeltsin y le repro chó no haber cesado al ministro de Exteriores, Andréi Kózirev. "He oído decenas de veces que iba a quitar al ministro de Exteriores. ¿Cuándo lo hará? Hay que mantener la palabra", señaló. Jasbulátov dijo que el Parlamento no iba a aprobar el presupuesto del Gobierno y propuso echar de su cargo a Anatoli Chubais, viceprimer ministro encargado de la privatización. El jefe del Legislativo humilló a Chernomirdin al afirmar que el Gobierno tiene dos primeros ministros más, Vladímir Shumeiko y Anatoli Chubais.
Rebajar tensiones
La potenciación del Gobierno, que actualmente dirige el tecnócrata Chernomirdin, aparecía ayer como el compromiso que puede rebajar las tensiones existentes. "El Gobierno no puede ser una pálida sombra del presidente", dijo Chernomirdin en una frase que parecía un reproche dirigido hacia el mismo presidente. Los decretos que se refieren a las competencias del Consejo de Ministros, especialmente en el campo financiero y económico, no deben promulgarse, señaló, sin que hayan sido estudiados por el Gobierno.
"El reforzamiento de la independencia del Gobierno responde a los intereses del presidente y del Sóviet Supremo". El acuerdo que se esbozaba ayer está contenido en una disposición, aprobada en principio por 672 votos a favor, 116 en contra y 34 abstenciones. Allí, aparte de anularse el acuerdo tripartito del 12 de diciembre de 1992, se ponen en manos del Gobierno las riendas de la gestión cotidiana de las principales instituciones económicas del Estado, incluido el Banco Central y varios fondos que hasta ahora el Parlamento utiliza a discreción.
El problema del referéndum previsto para el 11 de abril, pese a ser parte del acuerdo que se invalida, se discutirá hoy como tema aislado.
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