Dolencias a plazo fijo
La frecuencia con que aparecen algunas enfermedades se relaciona con los biorritmos
La gripe es invernal, y sus complicaciones afectan a muchos bronquíticos crónicos, asmáticos y enfermos cardiacos. Las alergias llegan con el polen de la primavera; en verano, las deshidrataciones causan problemas graves en ancianos y niños. Es fácil adivinar la razón de que estas enfermedades tengan sus estaciones. Pero ¿por qué la aparición de las úlceras coincide con los cambios estacionales? ¿Por qué las trombosis son más frecuentes durante la noche? También hay horas para las crisis asmáticas y los infartos. Según los especialistas, la respuesta se halla en los propios ritmos biológicos del organismo.
El lunes parece ser el día fatídico. Los excesos del fin de semana, junto con la vuelta a la rutina laboral -quizá tras un solitario dorningo-, podrían ser, en opinión de Jesús Álvarez, director médico del Servicio de Urgencias 061 de Madrid, los factores culpables de que estos centros se llenen sobre todo los lunes de enfermos aquejados, en concreto, de molestias gastrointestinales y de pacientes deprimidos o con síndromes histéricos. José Luis Calleja, especialista en medicina interna del hospital Ramón y Cajal y con varios años de experiencia en urgencias explica el gran incremento general de la urgencias el primer día de la semana, añadiendo también otros motivos más simples, como el que tienen aquellos que "buscan una baja médica para justificar que no les apetece ir a trabajar". Pero las enfermedades, además de sus días, tienen sus horas y sus estaciones. Juan Sanz Esteban, coordinador de urgencias del Ramón y Cajal, se lamenta de la falta de camas necesarias para atender "a los bronquíticos crónicos, asmáticos y enfermos cardiacos que se descompensan por una gripe y vienen en avalancha" cuando llega el invierno, con los cambios bruscos de temperatura y con el aumento de la polución. José Luis Calleja, mientras, no duda en considerar la deshidratación como una de las causas más frecuentes de mortalidad en verano, especialmente en ancianos que pierden la capacidad de sentir sed por sufrir alteraciones en la parte del sistema nervioso central que regula esta función (el centro de la sed)."La deshidratación", explica, comporta un aumento de la viscosidad de la sangre, originando más accidentes cardiovasculares; también hay procesos de deshidratación celular que causan disminución del nivel de conciencia, lo cual puede llegar a producir finalmente infecciones asociadas". Del verano son igualmente típicos los golpes de calor al principio de la temporada, cuando no ha habido aún una buena aclimatación a las temperaturas altas, así como las diarreas por el consumo de alimentos en mal estado y, por supuesto, las ya familiares salmonelosis.
Asmáticos
En primavera ya en puertas, son los asmáticos polínicos y los alérgicos quienes sienten aumentar su agonía a medida que para los demás va haciéndose evidente la belleza de la floración.En estos casos es posible establecer la causa ambiental que decide los periodos de crisis. En otras enfermedades, parece más complejo hallar la razón de una ritmicidad aparentemente clara, relacionada incluso con momentos concretos del día. La aparición de las úlceras gástricas coincide con la primavera y el otoño; las trombosis cerebrales se producen con mayor frecuencia por la noche, y "más hacia el alba", indica Calleja, "las hemorragias cerebrales". Los infartos y otras cardiopatías isquémicas llegan a los centros de urgencias por la mañana, afirma Jesús Álvarez, también tras haberse producido en las últimas horas de la noche. El origen de esta temporalidad se halla, según el fisiólogo José María Delgado, en la coincidencia de determinados ritmos biológicos del propio organismo con factores ambientales.
Para Delgado, "un aspecto particularmente interesante en el hombre es la cronopsiquiatría, ya que los marcapasos, los reguladores de los principales ritmos biológicos, se encuentran en el sistema nervioso central. Enfermedades neurológicas, como las cefaleas, o las psiquiátricas se manifiestan de forma recurrente". Según los datos obtenidos por su grupo en la Universidad de Sevilla, las cafaleas son más frecuentes a medianoche y hacia las cuatro de la tarde, la hora de la siesta. Una de las hipótesis es que "aparecen coincidiendo con el sueño de ondas lentas", fase del sueño en la que no hay actividad onírica y la relajación muscular aún no es total.
El estudio de la ritmicidad de las depresiones es, sin embargo, más complejo, y no resulta fácil afirmar que hay más en primavera, por ejemplo. "Hay muchos tipos de depresiones", matiza Delgado; Ias de tipo neurótico, más frecuentes (no maniacodepresivas), están ligadas a fenómenos ambientales, y hay intentos de explicarlas con desfases en los ciclos de secreción de determinadas hormonas, que comienzan a liberarse cuando no les toca. El depresivo neurótico duerme mal de noche, por eso pensamos que tiene alterado el ritmo".
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