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Incrustados en los genes

"Si un conejo nace en noviembre, cuando está todo nevado, va listo. Los ritmos biológicos existen como consecuencia de que todo sea cíclico". José María Delgado, experto en ritmos biológicos y catedrático de Fisiología Humana en la Universidad de Sevilla, asegura que los biorritmos son "verdaderas adaptaciones, incrustadas en el código genético, a los diversos ciclos temporales que los cambios geográficos ofrecen. Son una forma de organizar temporalmente las tareas -la alimentación, el cortejo, la cría- para sintonizarlas con el momento más adecuado del entorno".Pese a su carácter genético, que hace que los ritmos sigan oscilando siguiendo un libre curso endógeno incluso sin la influencia de factores externos, existen sincronizadores capaces de reajustar el ritmo de un individuo al ciclo externo. "La rotación de la Tierra", comenta Delgado, "al producir la alternancia luz-oscuridad, ha generado la aparición en los seres vivos de los ritmos circadianos ", causantes de que muchas de las funciones vitales del hombre, como ciertas secreciones hormonales, el ritmo sueño-vigilia y la temperatura corporal, tengan un ciclo aproximado de 24 horas. La luz es en estos ritmos el principal sincronizador; si varían los periodos de exposición a ella, gran parte de las funciones del individuo sufren alteraciones en mayor o menor medida, hasta que se produce la adaptación o hasta que el ritmo se separa del sincronizador y sigue sus propios dictados.

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Según Gil Sanz, especialista en medicina interna del hospital Gregorio Marañón, en Madrid, "adaptarse al cambio de luz tras un vuelo a Nueva York puede costar de 8 a 15 días", si bien, en opinión de Delgado, la duración del ajuste depende de la edad y de la variable de que se trate.

La siesta y el mono

Este experto en biorritmos pone como ejemplo igualmente los turnos laborales, indicando la menor eficiencia de los trabajos nocturnos. "El pico máximo relativo de siniestralidad laboral ocurre a las tres de la madrugada"."Lo de la siesta no es un invento, sino un resto genético", asegura el catedrático José María Delgado. "El mono alterna durante el día fase de actividad con fase de inactividad, y además tiene un pico mínimo a las dos de la tarde, en que se duerme. En los países del Sur, por el calor, parece que la siesta es algo impuesto, pero los monos estudiados eran mantenidos a temperatura constante".

En el hombre, distinguir cuáles son los ritmos aprendidos y cuáles los hereditarios no es sencillo. El verano, por ejemplo, podría no ser la mejor época para estar de vacaciones. "En verano se tiende a ganar peso, y como el clima es más adecuado se tiene una mayor actividad. Sin embargo, te obligan a hacer más esfuerzo mental en invierno, cuando el rendimiento es probablemente menor. El verano como vacación vino impuesto por los ciclos de la educación; es un típico ritmo impuesto por costumbres sociales que aplaza el ritmo natural", añade Delgado.

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