"Querido donante: nuestro corazón vive"
Diez trasplantados reciben un premio por el relato de su experiencia
Naiara, Josefina, Blas, Isidro, Elena, Marciano, Rosario, Donato, Inmaculado y Beatriz. Todos ellos viven hace tiempo con un órgano donado y ayer recibieror un premio de la Organización Nacional de Trasplantes por los relatos en los que intentaron narrar su nueva vida. El denominador común de los escritos, simplemente emotivos, es la palabra renacer, como también el agradecimiento a los donantes anónimos que lo hicieron posible. Isidro Fernández, de 40 años, escribe: "Nuestro corazón, querido donante, aún vive".
Todos los trasplantados, que ayer recibieron un diploma, una pluma y una insignia de oro por sus relatos, hablan en plural desde que viven con un órgano ajeno. "Yo no sé los compañeros, pero yo me siento como si fuera dos personas", narraba Isidro sin complejos, igual que lo hizo en su escrito. "Lo curioso es que nada más trasplantarme me entró fiebre de moto, cuando yo antes, es que ni se me pasaba por la cabeza. Entonces le pregunté al médico que de qué había muerto el chaval que me donó el corazón. ¡Y se había matado en un accidente de nioto!", seguía contando. "Ahora ya se me ha ido quitando. Claro, que porque no tengo dinero para comparla, que si no...".Naiara Baquedano, una pequeña de 10 años que vive con un riñón donado, apareció tal cual ella misma se había descrito en su relato, "una niña rubia de melenas rizadas". Apenas hablaba, pero estaba radiante. Repetía el mensaje de su cuento infantil. "Ahora voy a la escuela como cualquier niña, pero antes no era así".
Se abre el cielo
Su redacción es un diálogo con su madre, quien le recuerda cómo era su vida antes. "Hija, casi no podías andar, comer ni jugar. Yo siempre velando por tu vida, con incertidumbre, miedo y angustia", pone Naiara en boca de su madre. Hasta que una noche sonó el teléfono. "Se abre el cielo", anota.Blas Estal, un murciano de 40 años, apenas dedica 30 líneas para narrar esta angustiosa espera, en su caso de un corazón nuevo: "Y la soledad se va adueñando de mi existencia... y tú no llegas". Estas personas se saben escogidas para una segunda oportunidad. "Para iniciar el testimonio de mi nueva vida, quiero corrienzar por el de mi muerte", dice Donato Jiménez, un madrileño de 53 años que vive con un nuevo corazón.
Cuando por fin ha llegado la posibilidad, muchos no ocultan sus miedos. Pero como dice Marciano González, de 39 años, receptor de un hígado: "El miedo sobra, los donantes no". El donante es el protagonista de todos los relatos, hasta el punto de que los autores parecen vivir conscientes de que alguien más está permanentemente con ellos. "No te puedes parar, le decía a mi nuevo yo, y no se paró", recuerda Donato.
Rosario Iturralde, navarra de 53 años y receptora de un hígado, no olvida a la familia del donante, que la hace suya. "Estoy segura que de alguna manera, recibe el consuelo gratificante de que ese ser querido no se ha apagado del todo".
En todos los escritos se exhorta a la donación. "Ojalá los que esperan tengan la misma suerte", desea Naiara. "Si estamos aquí", insistió ayer Marciano, "es porque ha habido otra persona que ha donado".
Ellos también son donantes. "Desde el momento en que somos receptores, somos donantes. No podemos pretender que nuestro cuerpo nos pertenezca, cuando hemos recibido tanta generosidad de otra persona", afirmó con contundencia Inmaculada Romero, de 30 años y trasplantada de riñón.
El pasado año, 1.490 españoles recibieron un riñón, 468 un hígado y 254 un corazón. Sin embargo, según datos recientes de la Organización Nacional de Trasplantes, 5.560 pacientes están en lista de espera de trasplante renal y otros 200 para otros órganos. Aunque España ha alcanzado el primer puesto mundial en donaciones, con una tasa de 22 donantes por cada millón de habitantes, todavía no es suficiente.
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