Miles de campesinos chinos son evacuados para construir la mayor presa del mundo
China ha comenzado la evacuación de miles de campesinos en aldeas próximas al río Yangtze, el más largo del mundo después del Nilo y el Amazonas, para facilitar la construcción, de una gigantesca y polémica presa cuyo objetivo fundamental es mejorar la existencia de los 350 millones de chinos asentados en el estuario. Las Tres Gargantas, denunciada como dañina por defensores del medio ambiente y arqueólogos, superará al embalse brasileño de Itaipu.
Más de un millón de personas deberán emigrar hacia otras regiones al quedar sumergidos sus hogares por un mar artificial que, teóricamente, aumentará en aproximadamente un 10% el total de la energía eléctrica generada en el país. Los primeros pasos, además del desplazamiento de unas 50.000 personas en la zona de Yichang, incluyen el asfaltado de accesos al emplazamiento del dique -de 175 metros de altura-, el tendido de líneas de suministro eléctrico, así como la compra de generadores y equipos imprescindibles para la acometida del proyecto, con un presupuesto inicial de 12.000 millones de dólares, que puede. haberse doblado cuando concluya dentro de 18 años, según economistas occidentales.Grupos ecologistas han pedido al Banco Mundial y al Banco Asiático de Desarrollo que denieguen cualquier préstamo destinado a la presa, con una capacidad prevista de 13.000 megavatios. El pasado mes de diciembre, el colectivo norteamericano Defensores de la Vida Salvaje anunció la presentación de una querella contra un gabinete estadounidense que asesora a los chinos en esta obra, concebida en 1911, desde los primeros estudios en 1944.
Repercusión mundial
Un portavoz de la comisión técnica del pantano subrayó que el Gobierno intentará construirlo importando única mente la tecnología indispensable, en previsión de que prosperen las presiones sobre los; organismos financieros internacionales. Esa fuente anticipó, sin embargo, que no se dudará en acudir al fondo nacional de reservas en divisas para hacerse con equipos de importación valorados en 1.200 millones de dólares.Pero a pesar de que el Parlamento chino aprobó la construcción del faraónico embalse en su última reunión anual, en marzo de 1992, el inicio de la operación a gran escala deberá superar trabas burocráticas, una última votación y vencer la resistencia de los científicos, historiadores y sociólogos opuestos todavía al proyecto hidroeléctrico más ambicioso del planeta, que afecta a territorios donde se cultiva el 40% de la producción agrícola.
Sus críticos denuncian como excesiva la inevitable pérdida del patrimonio natural e histórico anegado por las aguas -templos, pagodas y otras reliquias milenarias-, y temen asimismo las: modificaciones climáticas derivadas de la alteración del caudal y cauce del Yangtze, la legendaria vía de agua que, nacida en el Tíbet, atraviesa gran parte de China antes de desembocar en el mar de Shanghai. El sufrimiento, y también las quejas, de las familias obligadas al desalojo de aldeas y ciudades donde vivieron por generaciones, y otras imputaciones de orden financiero, completan el pliego de cargos. El Gobierno insiste en que la presa aportará al país más beneficios que daños.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.