Delors cree que es incompatible que España entre en la Unión Europea con un paro del 20%
El presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, aclaró, ayer sus opiniones sobre las posibilidades españolas de alcanzar el grupo de cabeza en la Unión Económica y Monetaria (UEM), y lo hizo con expresiones medidas pero que posiblemente hurgarán todavía más en la herida abierta en días anteriores. Según Delors, las autoridades españolas son muy susceptibles y los ministros [europeos] de Finanzas tienen una "visión estrecha" de la economía al guiarse sólo por la moneda y el presupuesto. Delors no cree que la opinión pública de un país con un 20% de paro soporte fácilmente los esfuerzos de convergencia que le llevarán a la UEM. Y para postre, argumentó su comprensión hacia los esfuerzos españoles con el hecho de que es "un país que sale del franquismo y de la economía corporativista".
Delors reiteró ayer en rueda de prensa sus opiniones en favor de mantener el sistema de cambios fijos dentro del SME y de realizar modificaciones en las paridades siempre que sea preciso, pero dentro del propio sistema, evitando la flotación. Se reafirmó también en los plazos marcados en Maastricht para la UEM y en el esquema que prevé que un grupo de países hagan de locomotora en vez de esperar a realizar la Unión a doce, entre otras razones porque así lo decidieron los miembros de la CE. "Sería grave", aseguró, "que las opiniones públicas y los agentes financieros pensaran que no se mantendrán los plazos, y por eso llamo a una cuidadosa preparación de la segunda fase de la Unión Monetaria [que empezará el 1 de enero de 1994] y a un reforzamiento del SME".El presidente de la Comisión evocó a gusto sus declaraciones de la pasada semana -luego desmentidas por el ministro de Economía español, Carlos Solchaga-, en las que había sugerido que, visto el recalentamiento de su economía, España podría contar con un periodo transitorio para integrarse en la moneda única. "Es una aclaración que podría haberse evitado de haberse escuchado bien mis palabras", aseguró. Pero no se retuvo y apostilló:
¡Cuánta susceptibilidad de parte de algunos. Intentemos por una vez poner un poco de crema suave sobre las llagas que pudieron producirse".
Esta fue la "crema suave": "Indiqué que un país como España, que salía del franquismo y de una economía corporativista, debía hacer un esfuerzo excepcional para adaptarse a la economía mundial y que esta economía conocía un recalentamiento. Esto es más bien un signo de que esta economía está a punto de transformarse. Lógicamente, no trataré igual la inflación en España que en un país adaptado a la economía internacional pero que se dedica a hacer tonterías. Esto debiera alegrar el corazón de los responsables españoles".
Y continuó: "Luego dije, sin pensar en España, que no es un drama que el 1 de enero de 1997 siete países construyan la UEM y ofrezcan a los otros una fase suplementaria de transición de dos o cuatro años, como se ha hecho con la liberalización de capitales. ¿A quién ponemos entre los 7 y a quién entre los otros? Es como pedir que diga quién ganará la copa europea de fútbol. No quiero desmoralizar a nadie antes de empezar".
Delors lamentó que no se hubiera incluido la tasa de paro entre los indicadores de la convergencia nominal. "Si no hemos puesto la tasa de paro", dijo, "no es porque yo no lo haya pedido. Pero tenemos unos ministros de Finanzas que siguen la moda de ver la política macroeconómica sólo a través de la moneda y el presupuesto. Es una visión útil pero demasiado estrecha". Delors aseguró que la convergencia requiere también una "perspectiva de crecimiento de empleos y la democratización de la Comunidad". "Mi opinión es que si no se dan estas otras dos condiciones, no habrá UEM", afirmó. En cuanto a la posibilidad de que países que reúnan las condiciones de convergencia entren en la UEM con una tasa de paro del 20%, como podría ser el caso de España, indicó su temor de que "esto ocasionara dificultades suplementarias a los países en cuestión".
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