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Una nación dividida

Pilar Bonet

Las autoridades de Dushanbé están interesadas en destacar el peligro fundamentalista para conseguir apoyo internacional. Este peligro, sin embargo, parece exagerado sí se tiene en cuenta que el norte de Afganistán está controlado por el general Abdul Rashid Dostam, antiguo jefe de la guerrilla comunista, que prácticamente ha establecido un Estado independiente de Kabul.El miedo al conflicto tayiko puede tener otras razones. Los tayikos no están consolidados como una nación en un solo Estado y están divididos por dos fronteras, la que separa Uzbekistán de Tayikistán y la que separa este país de Afganistán. La presencia militar en esta última demarcación puede disuadir de cualquier tentación de reunificación tayika que tal vez despertaría la conciencia nacional dormida en los tayikos de Uzbelcistán y las reivindicaciones territoriales sobre las regiones de Samarcanda y Bujara, hoy bajo jurisdicción uzbeka. Una redefinición de las fronteras coloniales impuestas por el poder soviético en Asia central en los años veinte y treinta podría arrastrar a Kirguizistán, que tiene problemas fronterizos congelados con Tayikistán. Y de producirse tal conflicto en cadena, se hundiría definitivamente la posibilidad de cerrar la frontera sur de la CEI y de evitar que penetre por ahí el fantasma de Afganistán.

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El fantasma del integrismo planea sobre Tayikistán
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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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