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Rusia se declara heredera de los bienes de la ex URSS en el extranjero

El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, decretó ayer que Rusia es la heredera legal de todas las propiedades de la antigua Unión Soviética en el extranjero. El decreto toma como base las decisiones acordadas por la Comunidad de Estados Independientes (CEI) en diciembre de 1991 en Minsk, capital de Bielorrusia, según informó ayer el servicio de prensa de la presidencia."La Federación Rusa, como sucesora legal de la URSS, asume todos los derechos sobre sus propiedades en el extranjero, así como todas las obligaciones relacionadas con ellas", según el decreto, que caerá como un jarro de agua fría en Ucrania.

El Gobierno ucranio pretendía lograr que Rusia aceptara incluir esas propiedades como parte de los activos soviéticos que le corresponden a Ucrania, cifrados en un 16,37% del total de la URSS.

Por otra parte el presidente del Parlamento ruso, Ruslán Jasbulátov, acusó ayer al jefe del Estado, Borís Yeltsin, de haber creado "superestructuras autocráticas" y un Gobierno paralelo. El conflicto entre el legislativo y el ejecutivo ha adquirido tales dimensiones que Valeri Zorkin, presidente del Tribunal Constitucional, piensa proponer, según la agencia Interfax, un aplazamiento del referéndum de abril y elecciones presidenciales anticipadas.

Crisis política

La principal causa de la inestabilidad política en Rusia es, según Jasbulátov, la crisis que existe dentro del poder ejecutivo, y no el conflicto entre Parlamento y Gobierno. Jasbulátov -durante su intervención en un seminario de representantes de sóviets regionales y nacionales- se lamentó de que existan dos Gobiernos: el presidente con su Administración y el primer ministro con su Gabinete."Si surgiera un primer ministro fuerte, el tema de las contradicciones entre los poderes legislativo y ejecutivo desaparecería y entonces el conflicto estallaría entre estos dos poderes", afirmó Jasbulátov, para quien la Administración presidencial es anticonstitucional..

Lo ideal, según Jasbulátov, sería que el presidente sometiera al primer ministro a la aprobación de los diputados, y, después de obtenido el plácet, que el jefe del Gobierno pasara a depender directamente del Parlamento y no del presidente. Lo que no queda claro son las facultades que en ese caso tendría el jefe del Estado. Jasbulátov, por lo visto, es partidario de convertir a Yeltsin en una figura meramente decorativa, dominada por el Parlamento.

La lucha por el poder entre Yeltsin y Jasbulátov se ha concentrado en torno al referéndum que debe celebrarse en abril con el fin de decidir quién manda en el país: el presidente o el Parlamento. Cada día son más los que opinan que el plebiscito no resolverá nada y que la única forma de salir de la crisis es convocar elecciones anticipadas de presidente y diputados.

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