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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Buena señal

LA DECISIÓN adoptada el pasado jueves por el Consejo del Bundesbank, en su última reunión quincenal, de reducir sus tipos oficiales de interés (tasa de descuento y tasa lombard en 0,25 y 0,50 puntos porcentuales, respectivamente, hasta situarlos en el 8% y el 9%) constituye una señal favorable en el sombrío panorama económico. Con ella se reducen las tensiones en las que estaba sumido el Sistema Monetario Europeo (SME) y se suavizan las todavía importantes restricciones sobre la recuperación de las economías europeas. El acompañamiento de esos descensos en los tipos de interés con la reducción en dos puntos porcentuales del coeficiente de caja afianzan esa flexibilidad mostrada por el banco central alemán.Más importante que las cuantías de esas reducciones es la actitud que la citada decisión traduce, tanto más significativa si se tiene en cuenta que esa relajación tiene lugar en ausencia de indicadores nuevos sobre los importantes desequilibrios de la economía alemana que, en la habitual lógica del Bundesbank, justifican el rigor de la orientación de la política monetaria. Una política cuyo objetivo exclusivo, según el estatuto por el que se rige el funcionamiento del banco central alemán, es la estabilidad de los precios.

Ni la tasa de inflación de aquella economía, 4,4% en enero -principal centro de atención del Bundesbank-, ni el crecimiento de las magnitudes monetarias, ni el desarrollo de las negociaciones sobre el denominado Pacto de Solidaridad o las negociaciones salariales aportan elementos de mejora de las condiciones en las que el Bundesbank fundamentaba la orientación restrictiva de su política monetaria. Han debido de ser las serias amenazas sobre la continuidad del SME y las presiones de su propio Gobierno las que han determinado esa cesión en el rigor.

La gravedad y duración de la crisis abierta en el mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo, principal activo con el que se contaba en la transición a la unión económica y monetaria (UEM), y la posibilidad de que tras las recientes tensiones experimentadas por la corona danesa se viera nuevamente afectado el franco francés, han contribuido al desplazamiento de las prioridades de ese banco central y la anticipación de esa relajación. La propia economía alemana, inmersa en un notable proceso de desaceleración de su crecimiento, acogerá favorablemente esa medida.

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En ausencia de perturbaciones excepcionales en el SME, hoy no contempladas, debería extenderse en otros bancos centrales europeos, y en los próximos días, la continuidad de actuaciones relajadoras de sus políticas monetarias similares, incluyendo descensos adicionales en los tipos de interés españoles, dada la posición de firmeza que sigue manteniendo la peseta, situada en su banda superior de fluctuación.

Con todo, esa mayor flexibilidad en las condiciones monetarias vigentes en las economías industrializadas (el Banco de Japón redujo, antes del Bundesbank, su tasa de descuento en 0,75 puntos porcentuales) en absoluto elimina las incertidumbres que se ciernen sobre las mismas. A la interinidad en la que sigue el SME y las circunstancias específicas por las que atraviesan las economías nacionales se añaden aquellos otros factores que ponen de manifiesto la limitada eficacia que están demostrando los mecanismos e instancias de coordinación económica internacional. Las amenazas comerciales de la Administración estadounidense o la cuestionable capacidad de reforma de los ministros de Finanzas europeos para reformar y fortalecer el SME son algunos de los exponentes más relevantes al respecto, pero en modo alguno los únicos.

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