La estética del límite
"Parece mentira que con esta mierda de estudio hagáis unas cosas tan buenas", dicen los compañeros. Desde hace más de veinte años, Esteve Bonell (Gerona, 1942) trabaja en el mismo lugar, desconchado y vetusto, primer piso de una casa del Ensanche. Con ese escenario y la colaboración de otros colegas ha obtenido dos veces el Premio FAD (Fomento de Artes Decorativas), el de mayor tradición y prestigio en Cataluña, y, últimamente, con Francisco Rius, el galardón Mies van der Rohe, segundo más importante del mundo.Bonell admite que es desorganizado y proclive a la duda. Cuando se trata de elegir a un arquitecto vivo, menciona a Álvaro Siza, del que admira su nitidez y su delicadeza. Se ayuda con las manos para transmitir su estima, y en un arrebato dice: "De mayor me gustaría ser Alvaro Siza. Pero no lo diga usted, que parece una cosa infantil".En apariencia modesto y vacilante, sus colaboradores afirman, sin embargo, que "es de aquellos que tienen las cosas muy claras". "Las tengo claras al cabo de mucho tiempo", corrige. Envidia la personalidad de un colega como Oriol Bohigas, del que confiesa haber aprendido mucho cultural y profesionalmente. No olvida un viaje a Huesca en automóvil con él y otros arquitectos -Artigues y Sanabria- con motivo de la inauguración del edificio de la Diputación que habían proyectado éstos. Uno de ellos dijo a Oriol que debía pronunciar un discurso y éste se aplicó a tomar notas en el coche para acabar dando una larga conferencia que les dejó atónitos. La rapidez, la capacidad de organización, el don de la palabra y la prontitud para decidir que posee sin exceso, estimulan su aprecio por esas virtudes. "Yo dudo mucho. No sé si es bueno o es malo. El caso es que no sé hacerlo de otro modo. Desde luego, no es rentable".La idea de rentabilidad económica y funcional se encuentra entre sus bases. Dar el máximo con medios escasos. Esta filoso fía opera activamente en sus construcciones, que denotan el rigor y la eficacia de las soluciones. Puede explicar cada detalle de sus construcciones, el sentido de los materiales en Punción del presupuesto, la coordinación y el proceso de uso.A partir de haber proyectado, sobre todo, edificios públicos (el velódromo de Horta, Premio FAD, 1985; el pabellón de Badalona; el Polideportivo de Banyoles; el Palacio de Justicia de Gerona; el Centro Penitenciario de Brians), es consciente de la importancia en la elección de materiales que resistan la mala conservación y el maltrato. Este factor, más la evocación a elementos vernaculares, son dos guías.Las piedras de las canteras de San Vicente, en la base del Palacio de Badalona, hacen directa referencia local. Es un homenaje al entorno, aunque en este caso no cabe afirmar que cumplan bien con la belleza. Algo parecido cabe decir sobre el insípido verde de la original cubierta, que el Comité Olímpico de Barcelona no le permitió hacer en cobre con el fin de rebajar el presupuesto en 12 millones escasos. Acepta los límites.Cree, como seguidor del Movimiento Moderno, que colores, forma y función deben reunirse en una unidad absoluta y no se resigna a perder efecto estético, si puede. Viste una chaqueta de pana Emporio Armani sobre un vaquero azulón, una camisa mahón que deja entrever una camiseta negra, una bufanda de cachemir azul marino, calcetines azul marino, mocasines marrones. Su sastre preferido es Toni Miró por la accesibilidad y sencillez de sus ropas. Aborrece los artificios del posmodermismo y los objetos superdiseñados que en estos años realizaron los catalanes. Odia la reconstrucción que se está realizando de la Sagrada Familia, "tan incivilizada corno todo lo que hace la Iglesia". Acepta los errores hasta ciertos límites.¿Acepta también las limitaciones del Movimiento Moderno? Su crítica al Movimiento Moderno se dirige a, la falta de contextualización de la que adoleció en la historia. En su opinión, todo edificio nuevo debe tener en consideración el medio donde se implanta. Esta tesis la ilustra, por ejemplo, con un largo número de detalles y alusiones al entorno cuando muestra una maqueta del hotel Citandins ahora en construcción, -que ha proyectado con José María Gil en el centro de Barcelona. La orientación de las ventanas, la determinación de niveles de la fachada, la morfólogía general, se disponen. en comunicación con los edificios adyacentes y el comportamiento ciudadano.¿Se trata quizá, en su caso y en el de otros profesionales afines, de una coartada para hacerse perdonar el choque de sus edificios lineales con los históricos preexistentes? Responde: "No sé si son coartadas o no lo son. A mí es lo que se me ocurre. Lo que me ayuda a hacerlo". No pretende ser lacónico ni tajante. Dice: "Lo que más me gusta de la arquitectura es que traspasa el mundo de las ideas al mundo de la realidad". Y, al preguntarle qué ideas son la que traspone, responde: "¡Hostia!, no lo sé, ¡las ideas!".
Esteve Bonell se encuentra actualmente entre los 10 arquitectos de fama internacional a los que se ha solicitado un plan para la reordenación de 500.000 metros cuadrados en el barrio de Austerlitz de París. En la convocatoria se encuentran nombres como Jean Nouvel, Norman Foster, Renzo Piano o Kenzo Tange. Las siete personas que trabajan en el estudio pugnan estos días por la reordenación de ese enorme espacio. Con este proyecto, Bonell y su estudio culminarán un triángulo de retos espaciales. Abordan actualmente una extensa urbanización donde muchos verán a muchos. Antes abordaron la construcción de polideportivos en donde muchos observan a unos pocos, y afrontaron los problemas de una prision (la de Brians, junto a Gil, Brullet y Rius), donde pocos han de vigilar a muchos.Desde la mazmorra medieval hasta la contemporaneidad, pasando por la cárcel panóptica de Jeremy Bentham, en el siglo XIX, la idea de instalación penitenciaria se ha alterado sustantivamente. A juicio de Bonell, el desafío de la penitenciaría que proyectaron en Brians extremaba la importancia del estudio del espacio, puesto que acaso ninguna otra situación como la del presidio sitúa al hombre en tan estrecha relación con su hábitat. A diferencia de la tradición penitenciaria, se trataba de hacer realidad arquitectónica el deseo político de transformar el sentido punitivo del internamiento por el de la reinserción. La bella estructura argumental de ese proyecto no parece, sin embargo, haberle reportado muchas satisfacciones. "Los promotores no nos han dado ni las gracias. Si se tratara de un hospital, las autoridades habrían presumido del resultado. Pero ¿quién puede alardear de una nueva cárcel".Lo acepta, con todo, deportivamente. Ama el deporte. Esteve Bonell es socio del Barca y ha practicado el fútbol en el equipo de la Escuela de Arquitectura, hasta hace dos años, formando con otros colegas, como Viaplana, Llinás y Roméu. De joven fue jugador de tenis y sigue el atletismo como antiguo corredor de medio fondo. El Mies van der Rohe lo ha obtenido, precisamente, por la construcción de una casa para deportistas, sede del mítico heraldo local, Joventut de Badalona.
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