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Amnistía Internacional acusa de actuaciones racistas a las policías de Europa occidental

Enric González

Las policías europeas toleran actos de xenofobia y racismo y, en ocasiones, los cometen directamente. Ésa es la principal conclusión de un comunicado que publica hoy la organización Amnistía Internacional (Al), en el que se pide a los Gobiernos de Europa que "tomen medidas firmes contra los policías y otros agentes del Estado que inflijan torturas y malos tratos, y que garanticen que dichos agentes no se comportarán como si consintieran o toleraran la violencia racista en la sociedad"."Es lamentablemente raro que esos agentes [involucrados en actos de violencia racista] sean procesados por su comportamiento. Y la responsabilidad de ello es de los Gobiernos: al no castigar a sus agentes por las agresiones racistas, las toleran implícitamente en la sociedad en general", señala Amnistía.

El comunicado, emitido en Londres, recoge casos verificados en distintos países europeos. Se cita, por ejemplo, que guardias civiles españoles detuvieron y golpearon a los turistas árabes Mohamed Hegazy y Raad Shibli sólo porque uno de los árabes les dirigió la palabra en italiano. Las víctimas "presentaron una denuncia formal", dice Amnistía, "pero no se tiene conocimiento de si se ha realizado alguna investigación".

En su informe de hoy, Al "recomienda a las autoridades de los Estados europeos occidentales que dejen claro que no tolerarán un comportamiento racista en la policía". "Los agentes que muestren tendencias racistas", sigue, "deberán ser sometidos a un período posterior de formación o ser despedidos".

Amnistía apunta la vía de la reclamación judicial para las víctimas de agresiones racistas por parte de la policía. Como ejemplo, cita un caso registrado en Londres: en julio de 1991, la Policía Metropolitana tuvo que indemnizar con 40.000 libras (casi siete millones de pesetas) a Leslie Burnett, un jardinero negro. Burnett había sido detenido porque, según los agentes, manipulaba sospechosamente la puerta de un automóvil. Tras el arresto fue golpeado y llamado "negro hijo de puta". La policía acató la sentencia judicial y pagó la indemnización, pero sin aceptar responsabilidad en los hechos.

"Es triste, pero los casos distan de ser inusitados", afirma Al. En los países de Europa occidental "la policía ha estado implicada en torturas y malos tratos en los que la raza de la víctima parecía ser un factor y con demasiada frecuencia los culpables no han comparecido ante los tribunales".

El comunicado recoge varios ejemplos. En Francia, en 1991, el ciudadano francés de ascendencia marroquí Aissa Ihich murió en una celda a causa de un ataque de asma: varios policías le habían dado una paliza y se negaron a proporcionarle medicación. No hubo procesamientos. En Austria, el ciudadano austriaco de ascendencia egipcia Mustafá Alí fue interceptado por la policía por cruzar una calle, andando, con el semáforo en rojo; al negarse a pagar una multa, fue golpeado y detenido. Ya en comisaría, fue arrojado por una ventana y perdió el conocimiento. Presentó una denuncia, pero no hubo procesamientos.

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También se citan casos de brutalidad policial por racismo en Alemania, Dinamarca, Portugal, Italia y Grecia.

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