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GUERRA EN LOS BALCANES

Todos contra todos en Bosnia

Más de 100.000 muertos y tres millones de desplazados en 10 meses de combates

"LIegó un momento en el que me di perfecta cuenta de que matar me producía placer y abandoné la primera línea del frente". Jerian Velibasic, de 22 años, no es ningún, monstruo. Joven, atractivo, en buena forma física y bien vestido, su aspecto encaja mejor con el cliché de universitario pijo que con el de un feroz combatiente que no ha dudado en pasar a cuchillo a más de un chetnik, según confiesa. Pasó tres meses y medio detenido por los serbios. Ahora es uno de los guardaespaldas de Zlavtko Lagurrideja, comandante de una unidad especial del Ejército bosnio en Sarajevo. Jenan no espera nada de las conversaciones de paz en Ginebra.

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Jenan Velibasic no cree, sencillamente, que los problemas de Bosnia-Herzegovina se puedan resolver en una mesa de negociaciones. La guerra cumple ya 10 meses y, a pesar de las amenazas de la comunidad internacional, no hay ningún indicio de que el conflicto esté en la recta final. Todo lo contrario. Se han abierto nuevos frentes y la antigua República yugoslava, en la que convivieron durante siglos musulmanes, serbios y croatas, es un infierno generalizado. Ha bastado menos de un año para que las tres comunidades diriman sus recelos u odios de la peor manera posible. El resultado es escandaloso: más de 100.000 muertos y unos tres millones de desplazados, refugiados y sitiados.A estas alturas es difícil calificar esta guerra con un solo calificativo. ¿Civil, étnica, de agresión, de territorios, cultural? Probablemente contiene todos y cada uno de estos elementos. Comenzó, sin duda, con el levantamiento de una de las comunidades -la serbia-, que agredió brutalmente a las otras. Hermanos, amigos y vecinos ocuparon trincheras opuestas, unos con la ayuda del antiguo Ejército federal yugoslavo, otros con poco más que la firme voluntad de resistencia. Se arrasaron pueblos enteros en nombre de la homogeneización del territorio y se pro cedió a una limpieza étnica abe rrante. Slobodan Milosevic y Franjo Tudjman, los líderes de las dos Repúblicas vecinas, Ser bia y Croacia, decidieron que con la desmembración de la federación yugoslava había llegado la hora de avanzar sus peones en la hetereogénea Bosnia-Herzegovina e iniciaron la carrera po la obtención de nuevos territorios. La gran Serbia y la gran Croacia, ¿recuerdan?.

La guerra ha puesto de manifiesto el profundo abismo que separa el mundo rural del mundo *urbano. El choque cultural entre los papci (podría traducirse por suela de zapato), como denominan despectivamente los raja (equivalente a la gente civilizada de los núcleos urbanos) a los habitantes del campo.

El campo contra la ciudad

"En general, papak (singular de papci) es sinónimo de persona no adaptada, muy arraigada a sus orígenes. Sin conexión con el concepto de solidaridad, con una buena dosis de agresividad y primitivismo y un bajo nivel de alfabetismo. Raja es todo lo contrario". Lo ex plica el poeta Sidrart, punto de referencia en los círculos intelectuales de Sarajevo. "El papak es nacionalista, no importa de qué nación se trate, mientras que el raja asume el modelo multicultural". En definitiva, se trata del choque entre el campoy la ciudad. "El sistema de asedio de las ciudades aplicado en esta guerra, medieval y bárbaro, se corresponde con el concepto de papak. La aplicación de este criterio produce un abierto distanciamiento y cierto desprecio de un mundo urbano prepotente hacia el mundo rural".

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Sarajevo es el mejor ejemplo de esta diferenciación. Desde su aureola de ciudad tolerante, abierta y multicultural nunca se ha preocupado en exceso de sus lejanos vecinos del campo. No por azar, los serbios están más extendidos en las zonas rurales,

los inusulmanes en las urbes: Sa.rajevo, Tuzla, Zenica, Bihac o Mostar. En la guerra, esta división se ha puesto de manifiesto claramente. Basta con mirar en el mapa el reparto de fuerzas para comprobar que las fuerzas serbias controlan amplias extensiones de terreno, mientras los musulmanes resisten en las principales ciudades.

El resultado de la agresión serbia, la lucha por la conquista de territorios y el choque étnico y cultural ha sido una guerra en todos los frentes en Bosnia-Herzegovina. Las fuerzas serbias mantienen la hegemonía en un 70% del territorio, pero han empezado a sufrir algunos reveses en el norte y en Bosnia oriental.

Los serbios mantienen el mayor poderío de fuego, herencia del antiguo Ejército federal, pero los suministros desde Serbia ya no llegan con la misma facilidad de antes. Su fúerza se basa en la artillería, capaz de machacar hasta la agonía una ciudad, pero no tiene movilidad y es fácilmente vulnerable a un ataque aéreo.

Los musulmanes, mayoría en las filas del actual Ejército bosnio, han debido formar una fuerza militar desde cero. La guerra les pilló totalmente desprevenidos, por culpa de los errores de sus dirigentes políticos, que, confiados en el apoyo internacional que nunca llegó, no tuvieron en cuenta las amenazas de los líderes serbios. Radovan Karadzic había proferido ante el Parlamento de Sarajevo que la secesión de Bosnia-Herzegovina de la antigua Yugoslavia significaría el fin de los musulmanes. Nadie creyó que estaba hablando literalmente de eliminación fisica.

Los musulmanes contaron desde el principio con el apoyo de los croatas de Bosnia-Herzegovina para hacer frente a la embestida serbia, pero la alianza no era desinteresada por ninguna de las partes. Los musulmanes necesitaban el respaldo de una fuerza que tiene detrás a una Cr.pacia con experiencia en el campo de batalla -salía de la guerra con Serbia- y desde la que podían llegar los suministros militares. Los croatas de BosniaHerzegovina jugaron la carta de la alianza con los musulmanes para frenar el avance de los serbios hacia Herzegovina occidental. La ciudad de Mostar se erigió en el símbolo de esta lucha. La artillería serbia la golpeó seriamente, pero no logró su capitulación.

Puñalada croata

Confiados en sus fuerzas y en la de sus padrinos en Zagreb, los croatas dieron la primera puntilla a los musulmanes con la autoproclamación de un república autónoma de Herzeg-Bosna, con capital en Mostar, que se añadía a una similar república serbia fantoche con capital en Pale.

La puñalada final se produjo en fecha reciente, cuando el ministro de Defensa de Bosnia-Herzegovina, el croata Bozo Raic, que nunca ha asumido el cargo, emitió una orden según la cual el Ejército bosnio debe someterse a las fuerzas del Consejo de Defensa croata en aquellas regiones donde esta última comunidad es mayoritaria. Fue la declaración de guerra entre croatas y musulmanes, cuyos enfrentamientos se han extendido en una larga franja desde Herzegovina occidental a Bosnia central, desde Mostar hasta Travnik.

Los musulmanes, como bosnios, pagan el precio de ser los únicos que combaten por una Bosnia-Herzegovina unida, en la que convivan todas las nacionalidades. Emparedados entre las ansias expansionistas de Serbia y Croacia han quedado totalmente solos en esta guerra. Más aún, en sus filas se han producido las primeras disensiones internas resueltas a tiros. El grupo de Yuca, antiguo cabecilla de una banda de delincuentes y jefe de uno de los primeros grupos que participaron en la defensa de Sarajevo, está combatiendo actualmente contra el Ejército bosnio en las montañas Igman, al suroeste de la capital bosnia.

Serbios contra musulmanes y croatas, musulmanes contra croatas y musulmanes contra musulmanes. He aquí, simplificando, el panorama del frente militar de Bosnia-Herzegovina. "Al principio hubo una clara agresión de los serbios, pero aho ra ya es una guerra de todos con tra todos", dice Dora, de 25 años, profesora de Lengua y Literatura en Sarajevo hasta el estallido de la guerra.

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