Un motín militar siembra Kinshasa de cadáveres
La historia podría ser grotesca si no fuera porque ha corrido la sangre y porque refleja la trágica situación de un continente. En un país africano gobernado por un dictador cruel y ridículo, descompuesto administrativamente y arruinado pese a sus enormes riquezas, los soldados se amotinaron el jueves porque se les pagó con billetes sin valor. Ayer seguían los incidentes en Kinshasa, la capital de Zaire cubierta de sangre. Entre los cerca de 50 muertos se hallan el embajador francés, un hombre de negocios también francés 37 otro italiano. París, Bruselas y Lisboa se aprestaban ayer a evacuar a sus nacionales y a los demás residentes europeos. Ya en 1991 hubo otro motín.
El Ministerio de Asuntos Exteriores español no había tomado aún, a última hora de la tarde de ayer, ninguna decisión sobre una eventual repatriación de la colonia española en Zaire que, según fuentes diplomáticas, asciende a 434 personas. En su gran mayoría son religiosos y, al parecer, ninguno había sufrido agresiones.Según un portavoz de Médicos sin Fronteras, el número de víctimas mortales ascendía ayer por la tarde a 45 y el de heridos, a 131. El portavoz indicó que miembros de su organización visitaron los cinco grandes hospitales de Kinshasa para hacer el balance de víctimas. Añadió que la mayoría de los muertos son soldados que presentan impactos de bala.
Testigos presenciales indican que tropas de la División Especial Presidencial, de la Guardia Civil y del Servicio de Inteligencia y Acción Militar a bordo de vehículos blindados recorrían ayer Kinshasa disparando a diestro y siniestro. Las mismas fuentes aseguran que utilizaban granadas y armamento pesado para sofocar a los amotinados.
"Mobutu Sese Seko es una cuenta bancaria ambulante tocada con un gorro de leopardo", dijo en octubre de 1991 Bernard Kouchner, el ministro francés de Acción Humanitaria. Acababan de producirse sangrientos disturbios en Kinshasa y otras ciudades de Zaire y, con ese sarcasmo, Kouchner se distanciaba de cualquier nuevo apoyo al presidente-mariscal que reina desde hace 27 años en el ex Congo belga. Un año y medio después, Mobutu sigue en el poder, vuelven a producirse disturbios y París llora la muerte de su embajador.
Saqueo de casas
Como en septiembre y octubre de 1991, los soldados de Mobutu son los protagonistas de la actual ola de violencia en Zaire, un país de 38 millones de habitantes, casi cinco veces más grande que España y dotado de enormes riquezas mineras, en particular cobalto, cobre y diamantes. Desde el pasado jueves, disparando al aire, como suelen hacerlo las milicias árabes y africanas para expresar su enfado o su contento, miles de soldados zaireños se han lanzado a saquear casas, comercios y automóviles. Protestaban por el hecho de que Mobutu les había pagado con falsa moneda, con el nuevo billete de cinco millones de zaires (unas 220 pesetas) impreso para la ocasión en Alemania.
La exasperación de la soldadesca confirmó la trágica situación en que se encuentra el ex Congo belga. El gran leopardo Mobutu, que ha perdido el favor de sus antiguos protectores (Estados Unidos, Francia y Bélgica) se niega a abandonar la jefatura del Estado y Étienne Tshisekedi, su principal opositor, poco puede hacer en el cargo de primer ministro que, a disgusto, le confió el dictador tras las revueltas de 1991 y las presiones occidentales para que democratizara el país. La autoridad de Tshisekedi es minada a diario por el Ejército.
En la noche del jueves, el embajador francés, Philippe Bernard, de 61 años, murió alcanzado por una ráfaga disparada por los soldados amotinados. Había apagado las luces de su oficina, en el cuarto piso de la cancillería, y se había asomado a una ventana para ver lo que ocurría en la calle. Alcanzado por dos proyectiles, uno en el pecho, murió en el acto. Apenas llevaba un mes en Kinshasa. Un telefonista zaireño falleció junto al diplomático; otro francés fue asesinado en una empresa textil. El Gobierno de Italia anunció la muerte Albert Maele, uno de sus 200 ciudadanos en Zaire, y dos belgas resultaron heridos en el saqueo de sus hogares. Los Gobiernos de Francia y Bélgica decidieron ayer el envío de tropas para evacuar al millar de franceses, los 2.000 belgas y los cientos de portugueses residentes en Zaire. Portugal anunció que hoy enviará a un avión militar a recogerlos.
Reagrupados en la residencia del fallecido embajador, 400 ciudadanos franceses seguían ayer los acontecimientos. Francia, según informó el Quai d' Orsay, trabajaba en estrecho contacto con Bélgica, la antigua potencia colonial. El presidente François Mitterrand ordenó el envío a Brazzaville, la capital del Congo, próxima a Kinshasa, de 150 soldados. Anoche, una docena de soldados franceses llegaron a Kinshasa desde Congo y se dirigieron a la embajada francesa. El presidente Mobutu anunció en cambio que no permitiría la entrada de los 300 paracaidistas belgas que tenían previsto llegar hoy a Congo.
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