El retorno de los zares
De paso por París, el secretario general de Naciones Unidas, Butros Gali, hizo en privado comentarios y aportó información de extrema importancia. En primer lugar, reveló que, según los datos que poseía, al igual que había combatientes paquistaníes y árabes en las filas bosnias, también había oficiales rusos en las filas serbias,Según Butros Gali, Boris Yeltsin no podrá seguir siendo durante mucho tiempo un pilar incondicional de la política estadounidense. Esto es así por varias razones. En primer lugar, porque su Parlamento tiene un carácter extremadamente panruso. Por ejemplo, existe entre los diputados un grupo de presión proserbio muy poderoso que defiende la solidaridad entre los rusos y los serbios, ambos eslavos y cristianos ortodoxos. Por otra parte, por su temperamento personal, a Borís Yeltsin no le importaría nada deslizarse por esa pendiente. Por último, porque siempre resulta rentable no ser un incondicional, y se obtiene más haciéndose de rogar que aceptando cualquier cosa. Se ha señalado que Borís Yeltsin ya había expresado sus reservas hacia los últimos ataques estadounidenses contra Irak.
El secretario general de la ONU se une así a los expertos británicos y franceses que, en contra de la opinión de los estrategas estadounidenses, consideran que Rusia no ha dejado de existir por el simple pretexto de que ya no tiene imperio. Estos expertos recuerdan que Rusia es por sí sola un inmenso país de 175 millones de habitantes, cuyos recursos potenciales siguen siendo considerables, que puede muy bien acabar por poner en orden su economía, del mismo modo que las potencias coloniales terminaron sacando partido de la descolonización. En cierto sentido, los rusos habrán ganado en homogeneidad y autonomía.
También se recuerda con qué rapidez, en dos ocasiones, Rusia recuperó su poder y su peso diplomático. La primera vez fue tras la revolución de 1917 y la guerra civil; la segunda, después de la guerra contra los nazis de 1942 a 1945, en el transcurso de la cual la Unión Soviética perdió nada menos que 20 millones de ciudadanos. En ambas ocasiones, el país fue sacudido, las poblaciones diezmadas, la economía destruida, y, en ambas ocasiones, un poder central en Moscú logró reinsertarse en la vieja tradición de los zares y se dirigió al mundo en nombre de un gran país. Hay que prepararse, se dice en Europa, para el hecho de que la ausencia de los rusos dure menos de lo que sería de temer o de desear. Henry Kissinger es más bien de la opinión de los europeos. Por mi parte, añadiría que Rusia dispone de un personal diplomático notable que siempre se ocupó más de defender el orgullo y los intereses rusos que la ideología zarista, comunista o eslava.
¿En qué terreno y en qué región del mundo podrá verse la reafirmación diplomática de la potencia rusa? Parece que los rusos hayan decidido en una primera fase utilizar a fondo su posición de miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Ya no habrá, al parecer, más voto automático de los rusos a favor de Estados Unidos. Rusia tiene la intención de cobrar caro su apoyo aliándose con cada uno de los otros cuatro miembros del Consejo según las circunstancias. Después de todo, los chinos y los europeos pueden llegar a ser más importantes para los rusos que los estadounidenses.
Después del Consejo de Seguridad, estará, por supuesto, Bosnia. Recordemos que la mayoría de las guerras en los Balcanes comenzaron sin los rusos, pero acabaron con su inevitable participación. Un antiguo oficial, periodista del Krasnaya Zvezda, el diario de las Fuerzas Armadas de Rusia, advierte a Europa, en un artículo en el periódico Libération, que los rusos no permanecen insensibles a la propaganda antiserbia de los occidentales. Se sienten preocupados porque se identifican con los serbios. Hay 25 millones de rusos que viven fuera de Rusia y se han convertido en minorías en las antiguas repúblicas soviéticas transformadas en naciones. Pues bien, según este antiguo oficial, es exactamente el caso de los serbios tras la implosión de Yugoslavia, aunque en las filas serbias hubiera autores de atrocidades y tentativas de genocidio. Es la primera vez, desde 1989, que una voz rusa autorizada se opone hasta ese punto a la opinión occidental y vuelve a una mentalidad separatista. Un coronel de la reserva que sirvió en el Ejército Rojo más de treinta años, y que representa la comunidad cosaca de Kuban, afirma: "Si en Yugoslavia se llega a una agresión extranjera, tenemos voluntarios suficientes para llevar de Rusia a Belgrado a todo un cuerpo de ejército, que estaría compuesto por hombres con experiencia en la guerra moderna".
Desde hace algunos meses se podían oír en el Quai d'Orsay y en el Foreign Office análisis de este tipo. Pero, por un lado, se expresaban con más sutileza y hermetismo, y, por otro, los análisis de los expertos eran desmentidos por el poder político, preocupado por no oponerse a la presión de la opinión pública en favor, primero, de los croatas y, después, de los bosnios. A pesar de todo, se ha expuesto la idea de que el mayor peligro es que este conflicto local en la antigua Yugoslavia se vea convertido en un conflicto internacional por el sistema de alianzas. Por un lado, Alemania, solidaria con los croatas, por otra, los turcos, solidarios con los bosnios, y por último, los rusos, solidarios con los serbios. Estados Unidos ha tomado finalmente partido a favor de los croatas y los bosnios, es decir, de los alemanes y los turcos.
es director del semanario Le Nouvel Observateur.
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