Mario Maya en la encrucijada

Espectáculo un tanto desconcertante, porque nos muestra lo mejor de Mario Maya, pero también algunas fisuras en el arte de un hombre que ha marcado las dos últimas décadas del baile flamenco con creaciones imperecederas, como Camelamos naquerar, ¡Ay jondo! y Amargo. Pareciera como si Mario Maya se encontrara en una encrucijada en que la incertidumbre y la confusión ponen trampas a su habitual claridad de ideas sobre lo que quiere hacer en el arte.El primero de esos 3 movimientos flamencos, por ejemplo, es absolutamente prescindible. El conjunto de bailaoras y bailaores evoluciona por el escenario mecánicamente, sin convicción, diría incluso que no muy disciplinado. Lo hace, y es lo único que se salva, siguiendo una bella música -grabada- de José Antonio Rodríguez.

En el segundo movimiento todo cambia radicalmente. Está ya Mario Maya de cuerpo entero, omnipresente en una obra que parece pensada exclusivamente para ser bailada por él. Y lo hace sobre cantes a palo seco, tonás y siguiriyas, acompañados únicamente por percusión muy elemental, pero tremendamente efectiva. El bailaor hace aquí un difícil ejercicio de técnica, a veces excesivamente complicada y no exenta de recursos ya conocidos del mismo Maya, pero que él resuelve brillantemente con su gran clase, su sabiduría flamenca y la fuerza de su sola presencia.

Estilos jondos

El tercer movimiento, titulado El rito, y que gira en torno a una ceremonia nupcial, es el más atractivo. Tiene una frescura, una naturalidad, que se agradecen. Diversidad de estilos jondos se suceden y engarzan armónicamente, en la voz de los cantaores -qué bien El Ecijano en todas sus intervenciones-, el toque de los guitarristas y el baile de los bailaores, en el que junto a Maya destaca una María Pagés eficaz. El bailaor Mario Maya tiene muy dentro el cante, que conoce mejor que la mayoría de los cantaores, y lo utiliza de manera personal introduciéndolo con acierto incluso en las evoluciones del cuerpo de baile. También hay inventiva y soluciones imaginativas en algunas partes del baile, aunque Maya actúa inteligentemente respetando en otras el peso de la tradición.