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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La respuesta serbia

EL ANUNCIO hecho por Karadzic -líder de los serbios de Bosnia- ante la conferencia de Ginebra de que aceptaba el plan de los presidentes de la misma, Vance y Owen, ha creado cierta esperanza de que sea posible, por fin, acabar con los combates e iniciar una etapa de soluciones políticas. Pero tal esperanza es muy frágil. ¿Cómo ha dado Karadzic el sí? En apariencia, le convenció el presidente de Serbia, Milosevic. La realidad es que Milosevic dirige toda la política de guerra y de expansión de los grupos serbios, ayudando y armando a las minorías de Bosnia. Es cierto que los jefes locales, directamente ligados a las bandas armadas dedicadas a la purificación étnica, suelen ser menos diplomáticos que Milosevic. Pero si éste, que dispone de las armas y de los suministros, quiere imponerse, los Karadzlc acaban diciendo sí.En todo caso, el sí de Karadzic está condicionado a que el plan Vance-Owen sea aprobado por el parlamento de Pace, capital de la autoproclarnada república serbia de Bosnia. Asamblea en la que reinan hasta tal punto el odio guerrero y el racismo nazi, que sus miembros recibieron con aplausos la noticia de que el viceprimer ministro de Bosnia había sido asesinado por un grupo serbio cuando circulaba en un blindado de las Naciones Unidas y ante la pasividad de los cascos azules. La actitud espontánea del parlamento de Pace sería sin duda rechazar el plan de Ginebra. Sólo si la presión de Karadz1c y Milosevic se ejerce con mucha fuerza, podrá producirse la aceptación de la citada asamblea. Por ahora, ésta aún no se ha reunido.Por otra parte, la respuesta positiva dada en Ginebra por los líderes serbios -incluso si es confirmada en Pace- aparece sobre todo como una maniobra táctica para proseguir con métodos distintos, su objetivo de crear la gran Serbía. La principal concesión de Karadzic al aceptar el plan Vance-Owen consiste en que éste mantiene un Estado de Bosnia- Herzegovina. Obliga, pues, a los serbios de Bosnia a aceptar un Estado. en el que vivirán y gobernarán conjuntamente con los musulmanes y croatas. Ahora bien, el tipo de Estado descentralizado previsto será de una debilidad extrema, con 10 provincias con poderes ejecutivos y cuyo trazado se basa en criterios étnicos. Si no se crean condiciones que se lo impidan, los serbios podrían aceptar el plan y luego trabajar para descomponer políticamente el nuevo Estado, buscando así un nuevo camino para fundirse, al final, con Serbia.

Todo ello aconseja tener presentes las condiciones en que los serbios han dado su aprobación al plan Vance-Owen: el factor esencial ha sido la voluntad de la comunidad internacional de tomar medidas militares de fuerza si la conferencia de Ginebra fracasa. Aunque todavía no han sido precisadas las acciones militares susceptibles de ser aplicadas, podrían abarcar desde la imposición por la fuerza de la prohibición de vuelos en Bosnia hasta el ataque a la artillería que bombardea Sarajevo o la liberación de los campos de prisioneros. Hoy, lo fundamental es que la voluntad de la ONU de recurrir a la fuerza si es necesario quede perfectamente clara.

Por otra parte, es evidente que el éxito del plan Vance-Owen, si por fin es aprobado, dependerá en gran medida de una presencia consistente de fuerzas internacionales para controlar la desmilitarización, asegurar la circulación libre pof toda la república, supervisar las primeras elecciones que tengan lugar, etcétera. La Comunidad Europea debe prepararse a cumplir ese papel decisivo de control internacional, sin el cual el plan se vendría abajo en breve plazo.

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