Dios, demonio, hiena
"O es Dios, o es el demonio", ha dicho de Totó Riina Gaspare Mutolo, uno de los primeros arrepentidos del clan de Corleone. Tommaso Buscetta, el mafioso palermitano que salió de su escondite de Brasil después de que los corleoneses mataran a la mitad de su familia para ofrecer a la Justicia la primera narración interna de los que es Cosa Nostra, le ha calificado, en cambio, de "hiena".
En la cuenta de Riina, condenado ya en firme por asesinato a cadena perpetua en el primer maxiproceso, a la Mafia, se apuntan las muertes de Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, las de Carlos Alberto Dalla Chiesa y Piersanti Matarella, las de destacados mafiosos y las de cientos de matones anónimos caídos en la guerra que Riina desató en los años ochenta, hasta imponer el dominio del clan rural de Corleone sobre la Mafia tradicional palermitana.
No es fácil conocer las características de un hombre del que la policía ni siquiera había logrado imaginar el rostro, según comprobaron ayer los carabineros que le detuvieron. Pero sí son conocidas las maneras de Riina, en parte gracias al testimonio del hermano de Giuseppe Calderone, jefe tradicional de la Mafia de Catania, el cual fue otra de sus víctimas.
De tales testimonios, surge la imagen de un Riina que llegó a dominar Cosa Nostra a base de infringir las normas por las que se regía la Mafia. Fue el hombre del engaño, no respetó pactos de honor, practicó el secuestro de personas cuando la organización lo prohibía y basó su poder en la compra de traidores e infiltrados en otras familias. Introdujo una mentalidad de servicio secreto moderno en la Mafia y ligó a Cosa Nostra con los servicios italianos, a través de la logia masónica P-2.
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