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Un niño gitano es excluido de la lista de trasplantes de hígado por "motivos sociales"

Aquilino Jiménez, un niño gitano de dos años de edad, ha sido excluido, por el momento, de la lista de candidatos a un trasplante de hígado debido a "motivos sociales" según explicó ayer Carmen Bañuelos, jefa del departamento de pediatría del hospital Gregorio Marañón. Aquilino, que sólo recibe visitas esporádicas de sus padres, que viven en una chabola, morirá en cuestión de meses si no recibe un hígado. Bañuelos atribuyó ayer al hospital deLa Paz la no inclusión del menor en la lista. Fuentes de este hospital lo negaron tajantemente: "Aquí no se ha enviado ningún informe de ese niño".

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La no inclusión en esa lista de Aquilino, que ayer jugueteaba alegre y sonriente (con los ojos amarillentos por su afección hepática),en su cuna del Gregorio Marañon, se debe a "su problema social, que no se adapta a las normas obligadas por la unidad de trasplante hepático". Así se dice en un documento interno del hospital Gregorio Marañón que ayer leyó Carmen Bañuelos.Aquilino sufre una obstrucción congénita en las vías billares de su hígado. Su vida depende, pues, de un trasplante. "Los problemas sociales a los que alude ese documento se refieren a que sus padres carecen de suficientes recursos y medios para atender los delicados cuidados que precisaría el menor tras la intervención quirúrgica", según interpretaron ayer fuentes sanitarias.

Sus padres, María y Roberto que apenas tienen 20 años cada uno y cobran un subsidio, según fuentes del Gregorio Marañón, le visitaron ayer por la tarde tras ser informados por el hospital del revuelo levantado en torno al pequeño. "No le tenemos abandonado y venimos a verle siempre que podemos", dijeron, un poco asustados, a los periodistas que acudieron al centro para interesarse por el menor.

Poblado marginal

Los padres de Aquilino viven en un poblado marginal de chabolas ubicado en el barrio madrileño de Carabanchel, en una vivienda que "reúne unas condiciones sociales y de higiene muy malas", declaró ayer el gerente del Gregorio Marañón, Francisco Cervifio.

La versión que facilitó ayer la jefa del departamento de pedía tría del Marañón sobre la no inclusión del menor en la lista es, a grandes rasgos, la siguiente: al diagnosticarle la afección hepática y ver que la única solución es el trasplante, se le hace un estudio, que dio positivo, y se informa a la unidad de trasplantes infantil de La Paz para su valoración, ya que en el Gregorio Marañón no se practican.

Según Bañuelos, ha sido el área de trasplante hepático infantil de La Paz la que no considera a Aquilino un candidato adecuado para la intervención Fuentes de La Paz negaron ayer haber excluido a Aquilino del programa de trasplantes. "En La Paz no hay constancia oficial de que el hospital Gregorio Marañón haya solicitado que se haga aquí un estudio o valoración de ese niño. Aquí hemos trasplantado a niños gitanos y hasta paquistaníes, y por supuesto que en el momento en que nos envíen una notificación oficial estudiaremos el caso", agregaron.

El gerente del Marañón reveló ayer que los contactos entre su hospital y La Paz se han producido a título verbal, y añadió también que la exclusión, "que es provisional", fue adoptada con juntamente por los facultativos de ambos centros. Después de ese contacto, ambas partes convinieron en que "las condiciones sociales [de Aquilino] no eran las indicadas para el trasplante". Cerviño destacó también: "Este hospital ni se ha desentendido ni se desentenderá del menor; lleva aquí hospitalizado casi dos años".

Aquilino llegó por primera vez al Gregorio Marañón mes y medio después de su nacimiento, con síntomas "de desnutrición y con escasos cuidados higiénicos", subrayó también Carmen Bañuelos.

Fuentes del Gregorio Marañón indicaron ayer: "Las pocas veces que el niño ha salido del hospital, ha regresado peor; imagino que sus padres hacen todo lo que pueden, pero la realidad es que un niño con esta dolencia requiere muchos cuidados y, si se le trasplantara, todavía más".

Ingresó en el hospital Gregorio Marañón sin que . tuviera historia clínica sobre su periodo de gestación ni hubiera constancia de su lugar de nacimiento. "No sabemos dónde ha nacido ni en qué condiciones". Los servicios sociales del Gregorio Marañón, su casa desde que nació, llevan tiempo trabajando para buscar un colegio al menor.

"Si no recibe un hígado, su vida está muy limitada. El problema es duro, pero el sistema sanitario tiene sus límites. Tenemos que realizar acciones médicas que tengan posibilidades de éxito", agregó la jefa de pediatría del Marañón, que no obstante precisó: "El niño va a tener aquí, en el Marañón, la cama y los cuidados que necesite, ahora y en el futuro".

"Higiene extrema"

"El problema de Aquilino es realmente complejo", reflexionan fuentes sanitarias. "Un trasplante es una intervención muy complicada cuyo éxito no depende sólo de la intervención quirúrgica. Lo peor viene después: para que no rechace el órgano, debe someterse, de, por vida, a una medicación antirrechazo diaria cuya ingesta implica una reducción de las defensas del organismo".

"La higiene", agrega, "debe extremarse, ya que cualquier virus puede costarle la vida. Y en una chabola, sin los cuidados imprescindibles, el trasplante resultaría un fracaso en cuestión de días".

Otras fuentes sanitarias, que prefieren no ser identificadas por la gran carga social que tiene este tema", refutan: "Si los padres carecen de los medios adecuados para su tratamiento, debe ser la Administración la que tome cartas en el asunto y se los proporcione".

Por su lado, el viceconsejero de Integración Social de la Comunidad Autónoma de Madrid, Tomás Merín ha expresado a la cadena SER la intención de su organismo de proporcionar al menor todos los medios necesarios -incluso buscarle una familia nueva, si fuera preciso- para que pueda ser atendido adecuadamente, tras un eventual trasplante.

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