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El primer ministro danés dimitirá hoy tras ser acusado de mentir al Parlamento

Lluís Bassets

El primer ministro conservador danés, Poul Schlüter, que lleva más de 10 años encabezando sucesivos Gobiernos, anunció ayer que dimitirá hoy tras ser acusado por un juez del Tribunal Supremo de mentir al Folketing (Parlamento). Schlüter protegió las ¡legalidades para denegar visados a refugiados tamiles. La crisis danesa supone un contratiempo para la CE, cuya presidencia corresponde este semestre a Copenhague.

El primer ministro Poul Schlüter fue ayer el más sorprendido de los daneses, según sus propias manifestaciones en la conferencia de prensa en la que anunció su dimisión- ayer a la seis de la tarde. El veterano político conservador, de 63 años, no esperaba que el informe del juez llegara tan lejos en la imputación de responsabilidades políticas por el caso de los tamiles. Schlüter optó, además, por entregar su dimisión hoy a la reina sin agotar las posibilidades que le pudiera ofrecer su actual coalición cuatripartita.Hasta el anuncio de la dimisión, se daba por seguro que Schlüter intentaría forzar la mano de la coalición de Gobierno obligándole a aceptar como primer ministro a Henning Dyremose, el actual ministro de Finanzas, sin necesidad de las obligadas consultas con la reina.

La vía elegida por Schlüter descarta por el momento la celebración de elecciones anticipadas, según fuentes oficiales. El primer ministro seguirá ahora en funciones, circunstancia que precisamente le impide constitucionalmente la convocatoria de comicios. No quedan, por tanto, más que dos posibilidades. O bien la aceptación de Dyremose por parte del Folketing o Parlamento, es decir, por la actual coalición en el poder, o la formación de una coalición de centro-izquierda.

A pesar de la confusión que puede crear la nueva situación política, fuentes danesas insisten en recordar que las conclusiones del Consejo Europeo de Edimburgo dedicadas a la resolución del caso planteado por el resultado del referéndum en Dinamarca fueron aceptadas por todos los partidos, a excepción de la extrema derecha, que no cuenta a la hora de las combinaciones para las coaliciones de Gobierno.

En cualquier caso, la única cuestión cierta es que el primer Consejo de Ministros del semestre danés que reunirá a los titulares de Economía y Finanzas el próximo lunes en Bruselas, será presidido por el miembro de un gobierno dimitido. Este Consejo deberá tratar precisamente una de las cuestiones situadas entre las prioridades de la presidencia danesa como es la iniciativa de crecimiento, destinada a estimular las economías de los Doce y a frenar el aumento del paro.

Cualquiera de los casos permite augurar un principio de semestre danés accidentado, sin que en ninguno de ellos quede mejor asegurada la ratificación de Maastricht por Dinamarca, que, en el fondo, es la única cuestión de su presidencia realmente interesante para sus socios europeos. La crisis desencadenada ayer ha coincidido prácticamente con las reuniones de trabajo celebradas el miércoles entre la Comisión Europea y el Ejecutivo danés.

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El Tamilgate es un caso de una sencillez ruborizante para la mayor parte de los países latinos, donde las nociones de verdad y de mentira suelen adquirir unos perfiles mucho más nebulosos que en Dinamarca. El Ministerio de Justicia, encabezado por Erik Ninnn-Hansen, puso trabas a los familiares de un grupo de refugiados políticos tamiles que reivindicaban el derecho a reunirse con sus parientes y a ver reconocido el mismo estatuto. Schlüter, interrogado en el Folketing, no proporcionó toda la información que estaba en sus manos.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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