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Líbano se niega a facilitar la evacuación de nueve de los palestinos deportados

Beirut endureció ayer su posición frente a Israel al oponerse a la prevista evacuación de nueve palestinos desterrados por error que la Cruz Roja Internacional proyectaba sacar del gélido Campo del Retorno en el sur del Líbano. Israel, que deportó a 415 palestinos acusados de apoyar movimientos extremistas hace tres semanas, ha dicho que lo nueve serían readmitidos en los territorios ocupados. A la mayoría, sin embargo, les espera la cárcel. El primer ministro israelí, Isaac Rabin que ayer tenía previsto recibir al emisario de la ONU, Chinmaya Gharejan, está dispuesto a capitalizar la dureza libanesa.

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La decisión del Gobierno del primer ministro Rafg Hariri fue conocida al día siguiente de que una delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) evacuara a dos palestinos (un enfermo y un joven de 16 años desterrado por error) en un helicóptero de las Naciones Unidas a la llamada "zona de seguridad" que Israel ocupa al norte de la frontera internacional.Esa operación, realizada por territorio israelí y con plena autorización del Gobierno de Rabin, arrojó esperanzas de una posible salida a la crisis de los deportados. Sin embargo, Hariri se encargó de disparlas. "El CICR, ya no podrá utilizar un helicóptero de las Naciones Unidas. Permitimos que lo hiciera el sábado porque nos dijo que su misión era meramente informativa", declaró el primer ministro libanés a la agencia Reuter. "Les dimos permiso para que efectuaran una evaluación del campamento y nada más. Si quieren sacar a los nueve palestinos tendrán que hacerlo a través de líneas israelíes".

La medida libanesa está destinada a aumentar la presión sobre Israel en vísperas de una reunión extraordinaria de ministros de Asuntos Exteriores de la Liga Árabe esta semana en El Cairo. Los árabes demandarán el cumplimiento de la resolución 799 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que condena las deportaciones y exige su inmediata anulación.

Saeb Erakat, miembro de la delegación palestina en las conversaciones de paz, expresó el sábado en Ammán que la reunión podría producir un ultimátum a Israel y una demanda de sanciones internacionales. Según Israel, sin embargo, Estados Unidos vetará cualquier paso punitivo de la ONU. Zalmán Shoval, embajador israelí en Washington, declaró el sábado: "Quisiera dejar bien claro que en altos niveles del Departamento de Estado se nos han dado seguridades de que en ningún caso Estados Unidos permitirá que el Consejo de Seguridad adopte una resolución que pudiera implicar sanciones contra Israel".

Según el diplomático, una acción en ese sentido podría detener el proceso de paz iniciado en Madrid en octubre de 1991. Los árabes sostienen que las deportaciones han puesto en peligro esas negociaciones y el propio presidente de la delegación palestina, Jaidar Abdel-Shafi, ya ha dicho que no acudirá a la novena ronda de conversaciones en Washington el próximo mes si Israel se niega a dejar sin efecto las expulsiones.

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Rabin planeba ayer capitalizar ante la propia ONU la negativa libanesa y utilizar el endurecimiento beirutí para aparecer como flexible ante el embajador Gharejan, que trata de encontrar una salida a la situación. El emisario de la ONU no iba a aludir a cuestiones humanitarias en su entrevista sino que pensaba reclamar al primer ministro que repatríe "cuando antes" a los expulsados. Ya el ministro de Asuntos Exteriores, Simón Peres, ha aludido a la posibilidad de un compromiso y subrayado que el desacuerdo entre Israel y el Consejo de Seguridad estriba esencialmente "sobre la fecha del retorno de los expulsados". Toda reducción de la condena a 24 meses de exilio depende del primer ministro, quien, en su calidad de ministro de Defensa, es responsable de la población palestina en los territorios ocupados.

La cuestión de Hamas, el grupo integrista con el que supuestamente simpatizan los deportados, tienen en plena actividad al Gobierno israelí. El primer ministro ha pedido a Washington que intervenga ante Riad para que los saudíes dejen de financiar a los militantes de Cisjordania y Gaza, que, según Rabin, desvían los fondos para actividades religiosas y culturales hacia la financiación de acciones terroristas. Rabin también ha llamado la atención de Washington sobre las actividades de Hamas y sus simpatizantes en EE UU.

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