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Nureyev será enterrado el próximo martes en suelo francés

Francia le descubrió la alegría de vivir en libertad y el suelo de Francia acogerá sus restos mortales. Tras dos funerales que se celebrarán los días 11 y 12, el gran nómada que fue Rudolf Nureyev será inhumado el próximo martes en el cementerio de Sainte Geneviéve des Bois, una localidad de 30.453 habitantes en las afueras de París. Desde la revolución bolchevique, ese camposanto acoge los restos de numerosos rusos emigrados a Francia. El cementerio no está demasiado lejos de ese templo del baile y la ópera que es el palacio Garnier, escenario de su primer gran triunfo en Occidente y el de su última aparición en público, el pasado octubre. Continuará así la historia de amor entre el bailarín y el país que le acogió cuando en 1961 decidió escapar del comunismo.

El día 11, los admiradores del bailarín podrán rendirle un homenaje en el palacio Garnier, estampando su firma en los libros de registros depositados al pie de una gran foto del bailarín. El día 12, tendrá lugar una ceremonia civil, de carácter oficial y privado, en el mismo palacio, en la que el ministro francés de Cultura, Jack Lang, pronunciará unas palabras de homenaje.

Será el último gran espectáculo protagonizado por el hombre que había declarado: "Durante cada segundo de mi vida no hago otra cosa que bailar. Sólo deseo estar en escena. Muero cuando se apagan las luces y sólo resucito pensando que mañana volveré a bailar". Un hombre fallecido prematuramente -tenía 54 años de edad- a causa del sida.

La muerte de Nureyev ha conmovido a los franceses. Jack Lang, ministro de Cultura en el agonizante Gobierno socialista, le tildó de "señor de la danza". El gaullista Jacques Chirac, líder de la mayoría política que surgirá de las elecciones del próximo marzo, afirmó: "Su gracia absoluta brillará para siempre en el firmamento de nuestras mernorias".

"El más grande"

Maurice Bejart le llamó "el más grande bailarín del siglo XX", y Plácido Domingo, recién llegado a París, y Patrick Dupond, director de danza de la Opera Garnier, coincidieron en comparar el impacto de su muerte sobre el mundo del espectáculo al de la desaparición de Maria Callas.Nureyev descubrió los encantos de París con motivo de la gira por Europa occidental que efectuó el ballet Kirov en 1961. El bailarín escapó en el aeropuerto de la capital francesa a sus vigilantes del KGB y fue protegido por André Malraux, entonces ministro de Cultura, y por el marqués de Cuevas, que le dio trabajo en el teatro de los Campos Elíseos. Más tarde, entre 1983 y 1989, Nureyev fue director artístico de la Opera Garnier.

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